Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

19 de marzo de 2014

Una historia llena de secretos

“Si quieren mis datos biográficos, Mary Poppins es la historia de mi vida”

Helen Lyndon Goff nació en Queensland, Australia, en 1899. Era la mayor de tres hermanas y sufrió una infancia difícil debido a la temprana muerte de su padre, un irlandés que trabajaba como conserje de un banco y que falleció en 1907. El hombre, además, había sido el mejor amigo de Helen, su mayor inspirador y su iniciador en el mundo de la poesía y la literatura.

Su madre estaba tan desesperada por la muerte de su marido que una noche de tormenta corrió hacia un arroyo cercano gritando que se iba a tirar a él para acabar con su vida. Al ver el pánico de sus dos hermanas pequeñas, Helen empezó a contarles la historia de un caballo mágico, capaz de galopar por los mares y de volar por los aires. La historia creó el efecto que ella buscaba: transformar en calma la preocupación de las pequeñas.

Trás el fallido intento de suicidio de la viuda, apareció Helen Morehead, una tía adinerada que provenía de Sydney, dispuesta a rescatar a la familia. Algo dura en sus modales, imperativa, mandona, fue ella quien puso algo de orden en el hogar quebrado. En sus rasgos y actitudes aparece delineada Mary Poppins por primera vez. El personaje de la institutriz se inspiró en su tía. El detalle del paraguas con mango de animal de Mary Poppins se basa en uno que tenía su tía "Ellie". También su maleta de viaje, de la que siempre sacaba objetos para sorprenderles.

En 1907, Lyndon Goff, su madre y sus hermanas se mudaron a Bowral, Nueva Gales del Sur donde su tía tenía una plantación y vivieron allí hasta 1917.


Fue en Irlanda donde alimentó su vocación de poeta, formó parte del círculo de William Butler Yeats y publicó sus primeros artículos en los periódicos locales. A los 24 tocó puerto finalmente en Londres, con un billete de 10 libras en el bolsillo, según llegó contar más de una vez con su inagotable capacidad para el ingenio (lo cierto es que se instaló gracias a su tía rica en un piso de Bloombsbury Square).

Se la relacionó primero con la leyenda del periodismo George A. E. Russell, director del Irish Statesman, que se convirtó en su mentor. Helen se rebautizó con el nombre de Pamela Lyndon Travers (PL, se cree, para esconder su género). Según su biógrafa Valerie Lawson tuvo una vida complicada pero interesante, mantuvo largas relaciones con hombres y mujeres, buscando en vano la figura de su padre, e instalada en Europa fue creándose una identidad de áspera señora inglesa.

Su relación más "intensa y ambigua" fue con una mujer, Madge Burnand. Valerie Lawson, la biógrafa oficial de Travers (Mary Poppins she wrote), no pone la mano en el fuego sobre el auténtico alcance de la relación: "La foto de Pamela con los pechos al aire, en un playa en Italia, no es para mí la evidencia final de que hubo una relación lésbica entre ellas. Aunque es cierto que el hecho de que vivieran juntas con 30 años se veía como algo inusual en aquella época". También dieron mucho que hablar las discusiones acaloradas entre las dos, cuando compartían la casa en Sussex, donde Travers escibió el primer manuscrito de Mary Poppins. 

En 1934 conoció el éxito después de que su primer libro, que contaba la historia de una niñera voladora en Londres, se convirtiera en el best seller de la época. 

La niñera mágica seguía volando, y el deseo de ser madre sin embargo no acababa de fraguar, precisamente por las dificultades de Pamela para encontrar una pareja estable. A través de un amigo supo de la familia Hone, en Irlanda, y de sus deseos de dar en adopción a los gemelos Camillus y Anthony, que acaban de cumplir seis meses. Los niños, junto a sus dos hermanos mayores, vivían con sus abuelos. Por más que insistieron, la escritora decidió quedarse con el primogénito, Camillus, el más plácido y el mejor alimentado de los dos. La durísima elección confirma su obstinación y su nula empatía, incapaz de pensar más allá de sí misma. De hecho, algunas de esas cualidades las reflejó en la Mary Poppins original, la de sus libros, a quien ella misma consideraba como una "personalidad tan fascinante como inquietante". Con su hijo adoptivo en el regazo, Travers fue escribiendo las sucesivas entregas de la serie (ocho libros en total)


Pamela sólo tenía ojos para su hijo, o eso parecía. Al niño le dijo que su padre fue un magnate del azúcar, tristemente fallecido en un accidente en los trópicos. Ni por un momento dudó el niño que esa mujer huraña, aunque a veces cariñosa, era su madre natural. Camillus descubrió a los 17 años que era hijo adoptivo. Pero esa fue una cuestión menor. Lo más doloroso fue enterarse que tuvo un hermano gemelo, Anthony, y que a Pamela Lyndon Travers - la autora idolatrada por los niños de todo el mundo - no le dolió lo más mínimo separarlos desde la cuna.

Y así, mientras Camillus viajaba en paraguas, su hermano gemelo Anthony se pudría entre deshollinadores en los arrabales de Dublín.

Pero la verdad baja siempre por la chimenea, aunque sea tiznada de carbón. Camillus dedicó tiempo y esfuerzo para encontrar a Anthony, su hermano gemelo hasta que logró dar con su paradero y sin avisar a su madre adoptiva llamó a la puerta de la casa familiar en Chelsea.

Cuentan que Pamela se desmayó del susto al ver a los dos hermanos gemelos de nuevo juntos. Cuando volvió en sí, aún estaban allí: Camillus y Anthony, como dos gotas de agua. Y en vez de pedir perdón e intentar enmendar el error, la emprendió a gritos con el inoportuno invitado, prohibiéndole terminantemente que volviera a ver a su hermano.

Pero no hubo manera de recuperar el tiempo perdido. Los dos descubrieron que tenían poco en común, más allá de las apariencias. Y fueron infelices el resto de sus días, consumidos entre la depresión y el alcohol. Todo esto lo cuenta Joseph Hone, el hermano mayor de los gemelos, en un encuentro con el periodista del Daily Mail David Jones.

Travers no era una distinguida dama burguesa de vida anodina que escribía para niños para entretenerse. Fue secretaria, periodista, ensayista, crítica de teatro y cine, bailarina, actriz shakespeariana, y estudiosa del folclore y los mitos. Y, lo que resulta más asombroso, según la biografía de la australiana Valerie Lawson, Travers fue una una bohemia apasionada que gozaba escribiendo poesía erótica. Unos versos descubiertos hace unos años tan explícitos que no se han publicado.

Con esta mujer tuvo que hacer negociaciones Walt Disney para convencerla de ceder los derechos del libro y autorizarlo a llevar a la Poppins a la pantalla grande.  El asunto terminó siendo una verdadera odisea; basta decir que le costó al magnate más de 16 años de esfuerzo y mucha paciencia para encarar a una Pamela terca y hosca que se negaba rotundamente a que su niñera “fuera vapuleada por Hollywood”.  A principios de los cuarenta el señor Disney hizo los primeros intentos y la respuesta de la escritora fue un absoluto “no”. Todos los años, de ahí en adelante, la  escena se repitió.

En 1961, cuando las ventas de sus libros comenzaron a bajar y el panorama económico se veía gris, P. L. Travers accedió a viajar a Los Ángeles para hablar en serio sobre el asunto e imponer sus condiciones (una de ellas, que Mary Poppins no fuera un dibujo animado sino interpretada por una actriz). Fueron dos semanas en las que el empresario, armado de imaginativos guiones gráficos y alegres canciones lanzó una ofensiva impresionante contra una quisquillosa autora que no cedía. Algunas veces Walt Disney creyó que los derechos se le escapaban de las manos definitivamente, pero poco a poco logró romper el caparazón de la Travers hasta que ella cedió a cambio de 100.000 dólares y el control sobre el guión. Pero Disney se hartó pronto de sus constantes exigencias, acabó prohibiéndole su entrada en los estudios y no la invitó al estreno, en 1964.


El camino fue tortuoso para los dos. Muchas veces el proyecto amenazó con irse a tierra, especialmente por las exigencias de la autora en todo el proceso de selección de actores, guión, música e incluso edición.

El personaje que la escritora P. L. Travers dibuja en las novelas originales de Mary Poppins es sensiblemente distinto al que aparece en el filme. El primer libro, escrito en 1934, presenta a una mujer mucho más severa, áspera y hosca. Una vez estrenado el filme, Travers rechazó frontalmente la versión cinematográfica dirigida por Robert Stevenson.

Algunos biógrafos aseguran que cuando Pamela vio el resultado final - un musical donde se mezclan actores reales con escenas animadas - se mostró decepcionada y corrió a incluir en su testamento una cláusula que prohibía adaptar su obra literaria a ningún norteamericano. Otros aseguran que la relación con Walt Disney quedó rota para siempre. 

Fue el filme más taquillero de 1964 y conquistó cinco Oscars, incluido el de Julie Andrews a la mejor actriz. Muchas de sus melodías aún circulan de boca en boca.

Todas coinciden en que P. L. Travers, la autora de la saga Mary Poppins, fue una mujer malhumorada, fácilmente irritable, egoísta e incluso cruel. Se ganó este último calificativo cuando Camillus, su hijo adoptivo, decidió contarle la verdad a un prestigioso periódico inglés.

De salud férrea y voluntad de acero, Pamela Travers murió en 1996 a los 96 años, no sin antes dejar estipulado en su testamento que ningún estadounidense debería jamás involucrarse en una adaptación de sus obras. Recibía mensualmente los cheques por las ganancias de Mary Poppins pero jamás simpatizó ni con sus dibujos animados ni con sus canciones.


Cine

El 31 de Enero 2014 se estrenó en España la película, Saving Mr. Banks, que narra la tensa relación entre la autora P. L. Travers (Emma Thompson) y Walt Disney (Tom Hanks) por la adaptación al cine de Mary Poppins.

De sobra conocemos la película, pero poco de su historia real. Momento pues de comparar a ambas y descubrir algo sobre la vida de la enigmática escritora que hizo todo lo posible por ocultarse de los focos y que se negó a que se rodase una segunda parte.



Fuentes:


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