Los inútiles

Por Daniel Movilla

Hoy como cada día, a primera hora de la mañana he encendido mi ordenador y pinchado en favoritos para abrir, primero, el blog de “Polvo en el viento” y luego, Twitter. Hago lo mismo cada mañana antes de repasar los titulares de los periódicos digitales y salir a pelearme con la vida.

Pero esta mañana me he quedado un poco enganchado en la red social de noticias y reflexiones, siguiendo unos comentarios de Elena Seoane y de Olga acerca de los amigos y la distinta percepción que se tiene de la amistad, según estés en lo mas alto de la tabla, o en la parte mas baja del sótano mas sótano que hayas conocido.

No se por qué, pero me acordé entonces de un fragmento de la obra  “El Príncipe” de Maquiavelo en el que recomendaba al gobernante algo así como “la necesidad de evitar el acoso y la proximidad de los profesionales de la zalamería y de los expertos en lisonjas.”

Para constatar la realidad de ese comentario, volví a releer una vez mas algunos pasajes del libro de Maquiavelo y tengo que reconocer que cada vez que lo hago, me engancha mas y mas, porque descubro nuevas sentencias y recomendaciones sobre el poder que podían estar escritas hoy en día, dada la actual situación de nuestro país y de nuestros políticos.

Decía Maquiavelo también, que es aconsejable que el gobernante pueda apreciar con objetividad el estado actual de las cosas, cuidarse de fantasías y descubrir y atajar situaciones ficticias creadas para confundirle. ¿Por qué será que me suena que algo similar sucede con nuestra penosa situación económica actual y con nuestra intensa crisis de identidad territorial?

En otra parte de su obra, el autor de El príncipe habla de la necesidad de que el gobernante no propicie el odio, ni el rencor. 

El odio - dice Maquiavelo - es de una fuerza avasalladora, incontenible, no controlable y sumamente destructiva. Otra similitud mas con el estado anímico que anida hoy en el corazón de los españoles. 

En España se está abriendo la herida del rencor, de la animadversión hacia aquellos que por una u otra razón y en el aspecto económico, no lo están pasando mal en estos momentos. Suena a ciencia ficción verdad? Pues dense un paseo por las conversaciones de la calle, o las que abundan en los bares, o pregúntele a ese taxista que les lleva a algún lado, que opina de los políticos, o de los banqueros, o de los empresarios en general.

Pero la mayor similitud entre lo que dice Maquiavelo en el año 1513 y lo que sucede en España en el año 2014, 500 años después y en relación con nuestra clase política, la encontramos cuando el autor habla de las tres clases de cerebros: uno, el que discierne; otro, el segundo, el que entiende el discernimiento ajeno y, finalmente, el que falla en ambos aspectos. El primero - dice Maquiavelo - es excelente, el segundo bueno y el tercero es absolutamente inútil.

Yo no digo que nuestros actuales políticos no distingan entre el bien y el mal, entre lo útil y lo inútil, entre lo conveniente y lo necesario. Lo que digo es que siempre lo distinguen pensando solo en ellos y  nunca lo hacen pensando en nosotros, los ciudadanos. Y también digo y lo firmo donde haga falta porque tengo muchas pruebas de veracidad de lo que digo, y las tengo muy cerca, que muchísimos políticos pertenecen a esa clase de cerebros que Maquiavelo coloca en tercer lugar.