Por Isaac Mesa
Decían los pitagóricos que el Universo manifiesta proporciones establecidas por ritmos y números que originan un canto armónico, y es que la música no es patrimonio sólo de los hombres, sino el lenguaje del Universo.
La misma armonía celestial fue descrita por Platón cuando, en Epinomis, declaró que los astros ejecutan la mejor de todas las canciones. Cicerón también se refirió en el canto de Escipión a ese sonido tan intenso como agradable que llenaba los oídos de su héroe y que se originaba en las órbitas celestes, reguladas por intervalos desiguales que originaban diferentes sonidos armónicos.
Un satélite enviado al espacio, en abril de 1998 por la NASA, el Transición Region and Coronal Explorer (TRACE), encontró las primeras evidencias de música originada en un cuerpo celeste, tal como habían imaginado los pitagóricos primero y Kepler más tarde.
Un satélite enviado al espacio, en abril de 1998 por la NASA, el Transición Region and Coronal Explorer (TRACE), encontró las primeras evidencias de música originada en un cuerpo celeste, tal como habían imaginado los pitagóricos primero y Kepler más tarde.
El pasado 3 de enero entraba en vigor la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) que se empezará a implantarse en los centros educativos a partir del próximo curso 2014-2015. Esta nueva Ley relega la Educación Artística (en Primaria) y la Música (en Secundaria) a una materia optativa o "específica dependiente" en todas las etapas educativas.
¿Acaso quienes quieren implantar esta ley, vienen de un Universo paralelo, oscuro y sin música?
Sin duda de lo que no cabe duda, es que desconocen que la música activa múltiples zonas del cerebro teniendo sobre este un efecto positivo, y lo más reseñable es que posee una influencia activa en el desarrollo de la inteligencia. La música tiene el potencial de influir no sólo en el estado actual al momento de escucharla, sino que también en el desarrollo de las personas a largo plazo.
Quienes escuchan música desde pequeños y de forma constante, tienen mejores habilidades de lenguaje, son más creativos y felices. El oír música, ayuda a bajar los niveles de ansiedad, disminuir el dolor, hacer más rápida la recuperación de los enfermos, además de convertimos en personas más optimistas.
Existen varios desordenes neurológicos que, si bien no tienen cura, utilizan la música como una forma de tratamiento. Entre ellos están el Alzheimer, enfermedad de Parkinson, síndrome de Tourette y las diferentes formas de autismo.
Un estudio en Estados Unidos comprobó que quienes tenían algún tipo de educación musical, ya sea en interpretación de instrumentos o apreciación, rendían mejor en los exámenes de ingreso a la universidad.
Quienes estudiaron apreciación musical, sacaron 61 puntos más que sus pares en pruebas verbales y 42 en las matemáticas. En el caso de quienes tocaban instrumentos, la diferencia fue de 53 y 39 puntos respectivamente.
Las investigaciones del estudio se han referido al efecto de la música sobre el cerebro infantil y coinciden en que ésta provoca una activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espacio-temporal.
Llegan hasta a decir que escuchar 30 minutos diarios no solo sirve como relajante mental, sino que tiene otros beneficios que se extienden al resto del organismo. La clave no está tanto en el tipo de música, sino en el volumen, el ritmo y en el hecho de que sea la preferida del oyente.
Pero la música no sólo interviene en el bienestar del organismo. También desarrolla la capacidad de atención y favorece la imaginación y la capacidad creadora, estimula la habilidad de concentración y la memoria a corto y largo plazo, y desarrolla el sentido del orden y el análisis, facilita el aprendizaje y ejercita la inteligencia.
Tanta es su influencia que los expertos aseguran que, del mismo modo que escuchar aquella que a uno le agrada aporta muchos beneficios, hacerlo con música "desagradable" puede producir efectos contraproducentes en el humor e, incluso, provocar una constricción de los vasos sanguíneos.
Con esto se confirma otros estudios previos llevados a cabo por la Universidad de Brunel, en Londres (Reino Unido), en el que se concluía que ayuda a mejorar el humor y aumentar el rendimiento atlético hasta un 15%.
El sistema auditivo se desarrolla en un momento muy temprano en el feto, desde el quinto mes de gestación, el bebé ya empieza a reaccionar a los estímulos sonoros de su madre. El autor de estas investigaciones, Don Campbell, aconseja que al niño, desde su etapa fetal, le estimule musicalmente su madre. De este modo, mejora su crecimiento, se refuerzan los lazos afectivos madre e hijo. Y empieza a crecer su desarrollo intelectual, físico y emocional.
Según un método oficial norteamericano, el método Tomatis, la educación musical y del oído puede iniciarse en el útero materno. Alfred Tomatis era un otorrinolaringólogo francés que reveló a mediados del siglo pasado que el embrión codifica las vibraciones. Este descubrimiento fue el inicio de la audiopsicofonología. Según esta teoría, es aconsejable que las embarazadas canten (aunque desafinen), porque la voz, vía columna vertebral y filtración por parte del líquido amniótico, llega al embrión. Éste escucha y percibe el sonido a través de un "preoído" que se desarrolla a partir de las tres semanas de gestación.
La música, por tanto, puede activar la escucha ya en el embrión, fundamental para todas las etapas de la vida, según Tomatis. Tan importante es la escucha que si no funciona el sentido del oído se pueden producir graves problemas de aprendizaje y del habla.
La influencia de la música desde los primeros años de vida, ayuda además a desarrollar la parte lógica del cerebro del bebé, y posibilita más adelante al niño a buscar soluciones a sus pequeños problemas.
Don Campbell explica por qué, en su opinión, es la música de Mozart y otros compositores (432 HZ), y de su estilo, la que mejor produce estos efectos sobre el cerebro que perduran si se sigue escuchando durante los primeros cinco años de vida, estimulo capaz de formar seres inteligentes pero además emocionalmente sanos.
Educar en la música desde la niñez es importante para que los más pequeños puedan sacar provecho de todos sus beneficios fisiológicos y psicológicos. No sólo desarrollarán su sensibilidad estética, sino también su emotividad. Lo cierto es que hay una relación directa entre lo que uno escucha y cómo piensa o actúa. También es importante cómo se escucha la música, es decir, un volumen más o menos alto, el ritmo o la velocidad, las intensidades, la cantidad de tiempo.
La música, es una construcción matemática, y favorece el desarrollo de la concentración, la memoria y la lógica. Además fomenta el razonamiento ordenado. Tiene un gran efecto en nuestro cerebro debido a que fortalece el desarrollo educativo, físico, y emocional desde niños.
Influye en la formación de la energía muscular; la energía molecular; el ritmo del latido del corazón; altera el metabolismo; reduce le dolor; acelera los procesos postoperatorios y la recuperación de pacientes que han atravesado una cirugía; ayuda en la descarga de emociones; estimula la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.
Asimismo al evaluar los efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. La Universidad de McGill, en Montreal (Canadá), en una publicación en "Nature Neuroscience" ha demostrado que la música aumenta los niveles de dopamina.
La dopamina actúa a través de muchas funciones: influye en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño. Y, ahora, tras los resultados de la investigación canadiense, también está relacionada con el humor y la salud.
Hay otros hallazgos pasados, entre los que está uno realizado en la Universidad de Maryland (EE.UU.) que afirma que favorece una buena salud cardiovascular: cuando los voluntarios de este estudio escuchaban música, sus venas y arterias se dilataban un 26%, lo que en términos médicos se considera una respuesta muy saludable.
La música es el sistema matemático más complejo que existe, el lenguaje más sutil y perfecto. No le quiten la música a los pequeños, pues la vida sin ella sería un error como su ley.
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