Le he cogido el truco

Por Daniel Movilla  

Estas palabras son para Pilar, mi hermana mayor, a la que tengo muy preocupada porque dice que mis artículos rezuman pesimismo y tristezas varias.

Ante todo y antes de hacer mas comentarios, vaya por delante la necesidad de distinguir bien, querida Pilar, entre tristeza y serenidad, o entre pesimismo y objetividad. Ya conoces aquello de que un pesimista es un optimista bien informado.

Cuando cumples años --- tú sabes de que hablo, porque eres un año mayor que yo --- cuando las hojas del calendario de tu vida van cayendo inexorablemente y se incorporan ya a tu pasado, las prioridades que siempre te habías marcado en la juventud, casi todas ellas, como no, equivocadas, incluso tus convicciones inalterables durante tantos y tantos años, van cambiando sin darte cuenta y un día, sin saber como ni por qué, te levantas y encuentras ante ti a otra persona. Ni mejor, ni peor. Otra.

Unos lo llaman madurar y otros, envejecer, pero a fin de cuentas, es lo mismo; es la vida que pasa y que va moldeando tus formas y tus pensamientos.

Con el paso de los años, querida hermana, cada vez piensas con mas asiduidad que tienes que enfocar ya la vida de una forma mas autentica, porque aquellos a los que llamabas "mayores" y que parecían regirse por patrones que quedaban muy lejos de tu concepto de vida, son ahora tus contemporáneos y casi todos ellos se plantean la vida de un modo similar al que tú empiezas a hacerlo.

Con el paso del tiempo, hermana, el cariño hacia las personas, es mas intenso, pero mucho mas selectivo. Ya no figuran en tu diccionario palabras como conveniencia, interés o corrección social, cuando hablas de amigos o conocidos. Simplemente ya sabes quienes son las personas a quien quieres y no necesitas ampliar tu lista de baile. Está llena.

Viendo mi recorrido vital, yo quiero dar bien los pasos que me quedan, y como dice Julio Iglesias, que tanto te gusta, quiero tomar el mejor  camino, aunque se me haga mas largo.

Por mí han pasado ya muchas primaveras y mi corazón es mas duro pero también mas fuerte. Pero no confundas mi serenidad con la tristeza. Nada mas lejos de mí en estos momentos que la tristeza o el desánimo.

Siguen desesperándome, eso si, las mismas mezquindades, el mismo comportamiento fariseo de ciertas personas, pero sigo siendo ese pequeño botarate al que le apasiona la vida y disfruta con las pequeñas cosas del día a día.

Así que alegra la cara y despreocúpate por mí. Pasa la vida, es cierto, pero le he cogido el truco y la tengo embridada.