Por Edelweiss Coen
Según estudios, la belleza es una cuestión de equilibrio, de simetría. Por ejemplo: entre los dos lados del rostro. Esta afirmación siempre me hace sonreír porque pienso en un hipotético planeta de un lejano mundo en el que sus habitantes podrían cumplir dicha condición, ser simétricos pero con 4 pares de ojos o quizás dos narices… quien sabe… los seres humanos hemos fantaseado bastante en dicha dirección. Si juntáramos a dichos seres: a un humano y un alienígena, posiblemente se asustaran el uno del otro aunque los dos fueran bellos respecto a sus planetas de origen. Así que aquí entra un tercer factor a tener en cuenta que es la costumbre, la familiaridad. Si desde que tenemos uso de razón hemos convivido con seres de igual constitución a la nuestra es lógico que veamos nuestro cuerpo como algo correcto y normal, que no se sale de la norma.
En cambio la belleza interior es más difícil de detectar, no hay simetrías validas en dicho campo que se puedan utilizar como indicios o faros de luz. A veces se puede intuir la bondad de una persona en la mirada pero al final serán sus actos los que nos revelaran su verdadero carácter. Yo buceo en mi mente y rescato bellos recuerdos de mi madre, de su bondad y valentía ayudando a una familia sin recursos... de su solidaridad en innumerables ocasiones. También cuando me hablaba de mi bisabuelo que en los días de frío (cuando helaba) en Castilla él iba a los caminos de noche para ofrecer comida y un fuego en su hogar, o mi abuelo que era maestro y aparte de educar a los niños en un colegio enseñaba a la gente mayor analfabeta sin percibir nada a cambio.
En la belleza interior pienso que se repite la palabra equilibrio pero ya no en referencia a distancia física de uno a otro punto sino equilibrio de conceptos. A una interiorización de ciertos valores, no se necesitan palabras recargadas de artificio para describir a una persona buena, seguramente ya os ha venido alguien de vuestro entorno a la cabeza.
Simplemente es una persona que piensa en los demás e intenta ayudar de alguna forma. Sus figuras se dibujan en pequeños gestos que irradian luz…
Y ahora cuando leo en las noticias que a los indigentes se les están aplicando multas por deambular por la calle, deduzco de ello que no son considerados personas a las cuales ayudar sino que al contrario los han cosificado, convirtiéndolos en meros objetos como si fueran mobiliario urbano que según ellos desentona… cifras alarmantes de las que hay que deshacerse a toda costa dadas las crueles medidas adoptadas. Para estos políticos prima en mayor medida ofrecer una determinada imagen exterior, pero ellos, los marginados, los sin techo, también son ciudadanos. En estos casos ha pesado más en la balanza dar una imagen falseada de la realidad alejando a los indigentes de la ciudad que el valor de la humanidad. Deberían por un día arroparse con mantas en un banco de la calle o calentar su comida con un infiernillo, para darse cuenta de hasta que punto sus medidas han sido crueles.
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