Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

26 de diciembre de 2013

Catalina de Aragón: Una reina católica y el nacimiento de la iglesia anglicana

Una reina española se enfrentó a los dictámenes del rey cuando su esposo Enrique VIII decidió divorciarse de ella en contra del consentimiento del Papa dividiendo a la población inglesa en dos bandos, los que seguían admitiendo ser católicos y los que defendían a su rey. Un rey que quiso cambiar de religión a causa de una amante y de la falta de un hijo varón sano que le pudiera suceder en el futuro. Así nació el Anglicanismo.

Catalina de Aragón y Trastamara de Castilla, la hija pequeña de los Reyes Católicos, nació en Alcalá de Henares, el 16 de diciembre de 1485. Criada como hija de reyes, se educó entre Alcalá, Valladolid y Granada. Estudió lenguas, como el castellano, el catalán, el francés, el inglés o el latín.

Ante los problemas políticos acaecidos en 1488 con Francia, sus padres deciden casarla mediante el "Tratado de Medina del Campo" con Arturo, Príncipe de Gales. La ayuda militar de Inglaterra potenciaría a España frente a Francia, por lo tanto nos vemos ante un típico matrimonio por conveniencias políticas y de estado.

Su madre la envió el 17 de agosto de 1501 en un navío desde La Coruña hacia su nuevo destino, Inglaterra. Se casó con Arturo de Gales en la catedral de St. Pablo de Londres el 14 de noviembre de 1501. Para entonces su esposo estaba ya muy enfermo y parece que no avisaron a los Reyes Católicos de la enfermedad que ya padecía el príncipe inglés.

Arturo muere el 2 de abril de 1502, pocos meses después de la boda, dejando a Catalina sin amparo. Inglaterra quería enviar a Catalina de nuevo a España pero su padre el rey Fernando El Católico se negó. Mientras llegaba un nuevo tratado, la nueva princesa de Gales tuvo que hacer vida monacal. Siete años tardaría llegar la solución para ella: un nuevo matrimonio con el hermano menor de Arturo, el futuro Enrique VIII.

Los esponsales se celebraron de forma más discreta con el nuevo Príncipe de Gales, a pocos días de la coronación como futuro Enrique VIII de Inglaterra. El lugar y fecha elegidos fue la capilla de Grey Friars, el 11 de junio de 1509.

Aunque dicen que en los primeros años de su matrimonio fue una unión feliz, lo cierto es que Enrique no sabía ser fiel a Catalina, algo que crispaba a la nueva reina de Inglaterra, pero su carácter bondadoso, acomodado y discreto hizo que la reina se comportara como si aquellos deslices no le importara, al menos, hasta que llegó Ana Bolena.

Catalina había sido madre en 6 ocasiones, pero los bebes, o nacían muertos, o sobrevivían poco tiempo. El 18 de febrero de 1516 nació la única hija de Catalina que sobrevivió, María I de Inglaterra, la última reina católica que tuvo Inglaterra.

Harto de la falta de heredero varón para el trono inglés, Enrique cada vez dejaba a Catalina más sola y buscaba en otras mujeres aquello que por decisión divina o física se le había prohibido tener. Vivían prácticamente separados. Enrique encontró consuelo en sus quehaceres diarios, en la caza y en las fiestas cortesanas con muchas damas, mientras que ella cada vez se acogía más al consuelo de la religión.

Catalina escribía constantemente a su sobrino el emperador Carlos V, sobre los deseos de su esposo de divorciarse y pidió al joven rey de Castilla que intermediara para su bien y en su nombre al papa Clemente VII.

Los problemas matrimoniales eran cada vez más constantes. Su incapacidad para dar un heredero varón al reino y la aparición de su gran rival, Ana Bolena, una cortesana de noble linaje, fueron los dos grandes motivos que movieron a Enrique VIII a pedir la nulidad eclesiástica a la Iglesia Católica de Roma en 1527.

El Rey de la Corona Británica alegaba la ilegitimidad del matrimonio con su cuñada, pero Catalina se negaba a concederlo; la unión previa que contrajo con Arturo de Gales, heredero primogénito al trono, no se había consumado, hecho que había sido demostrado ante un tribunal. A partir de ese momento, Enrique VIII comenzó la lucha contra su esposa y contra Roma, que le negaba cualquier disolución matrimonial.

Ante las presiones de su amante, en 1531 Enrique VIII se casó finalmente con Ana Bolena y Roma, ante aquella falta de lealtad a la iglesia romana, le desvinculó excomulgándole.

Enrique VIII decidió separarse de la religión católica y de Roma para siempre y en 1534  se auto proclamó Jefe supremo de la nueva iglesia de Inglaterra: el Anglicanismo.

Eliminó toda relación con la anterior religión. Concibió que todos los pastores y hombres de su iglesia estuviesen casados y tuvieran descendencia y que ningún rey de Inglaterra se volviera a casar con una católica.

Sólo así, nombrado máximo representante de la Iglesia anglicana en Inglaterra, le fue posible lograr que su matrimonio con Catalina fuera declarado nulo.

Fue tratada, a partir de este momento,  como "princesa viuda de Arturo de Gales", título que se negaba a aceptar, ya que se consideró hasta los últimos días de su vida, y amparada por el tribunal de la Iglesia de Rota (Roma), reina de Inglaterra.

Tanto como princesa de Gales como siendo reina, Catalina fue extremadamente popular entre sus súbditos. Llegó a gobernar la nación como regente, mientras Enrique invadía Francia en 1513. También ella en persona cabalgó al frente de las tropas de reserva que derrotaron y dieron muerte al rey de Escocia en 1513.

Tras la nulidad, Catalina tuvo que abandonar Londres y fue enviada por orden real, hasta el fin de sus días, al castillo de Kimbolton, en el condado de Cambridgeshire. Los disgustos que tuvo que soportar de su marido, la nulidad matrimonial y sus continuos flirteos con otras mujeres, la hicieron caer en una profunda depresión que acabó con su vida en enero de 1536.

Su entierro fue muy recordado. Fue enterrada en la catedral de Peterborough, entonces abadía, y junto a su sepultura, dos estandartes, uno el de sus padres y el otro de la casa de los Tudor, protegen la capilla donde descansan sus restos mortales.

Tiempo después a la muerte de Enrique VIII y de su hijo Eduardo, que solo reinó un breve periodo de tiempo, subiría al trono de Inglaterra la hija de Catalina de Aragón, María Tudor y Aragón-Trastamara de Castilla, como María I de Inglaterra.

De su corto gobierno (1553-1558) se ha destacado su decisión de rechazar la reforma religiosa impulsada por su padre. En su denodada lucha por desterrar el protestantismo, María I, aprobó la condena en la hoguera a 300 religiosos disidentes. Por tal situación en la historia se la recuerda como María La Sangrienta o Bloody Mary.

1 comentario :

  1. Raro el artículo. Los anglicanos pasaron por la hogera a todo "católico" que vieron por delante. Y sorprendentemente habla de la ridícula cifra (en comparación con los asesinados católicos) de 300 muertos por "Bloody Mary".
    Muy tendencioso, muy malo.
    P.S.: "Enrique no sabía ser fiel a Catalina" (como Julio Iglesias, pobrecito)

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