Por Irene Serrano
“Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control” Denis Diderot (escritor y filósofo francés, figura decisiva de la Ilustración)
La sociedad española está mostrando un comportamiento ejemplar a lo largo de los siete años que viene durando esta profunda crisis que empezó siendo económica y ya es política, social, institucional y territorial.
Una gran mayoría ha sufrido estoicamente la pérdida de su trabajo; o bien, una rebaja sustancial en las nóminas, unida a un aumento notable de la carga de trabajo de quienes aún lo mantienen; recorte en las pensiones; incremento de impuestos, tasas y cotizaciones; encarecimiento de la justicia, empeoramiento en la calidad de la educación, la sanidad, en los servicios esenciales, a pesar del considerable aumento de la deuda pública; la pérdida de su vivienda o de los ahorros de toda una vida por la estafa de las preferentes, sin que se haya producido en nuestro país un incremento de la violencia ni de la delincuencia. Estos comportamientos reprobables nunca pueden ser justificados y son igual de censurables si éstos provienen del gobierno de turno por la aplicación de abusivas políticas que fomentan la desigualdad.
Por eso resulta triste e injusto leer declaraciones en algunos editoriales de periódicos, demasiado complacientes con el poder, o en artículos de periodistas al servicio de éste, en relación al asesinato, lamentable y abominable, ocurrido en León el pasado lunes. Estos medios se apresuraron de forma irresponsable, sin el tiempo que requiere una aproximación a la verdad de los hechos ocurridos, a culpabilizar a la “creciente animadversión de la gente hacia los miembros de la clase política”, criminalizando así a quienes se manifiestan en la calle, o simplemente reivindican de manera pacífica lo que es suyo y les ha sido arrebatado por decreto.
Tampoco las declaraciones del ministro del Interior han sido muy acertadas. Defender el ejercicio de deplorables políticas paternalistas que tratan al ciudadano como a alguien incapaz de controlarse (lo que recomendaría, según él, limitar derechos y libertades) con la disculpa de poner las cosas en orden, no es la solución y crispa, sin necesidad, esta situación que ya resulta complicada.
Ningún gobierno es perfecto; sin embargo, una de las principales virtudes de la democracia, es que los defectos se pueden ver, lo que permite hablar y debatir sobre ellos, y así corregirlos. No podemos aceptar de ninguna manera la realidad edulcorada que nos presentan algunos medios de comunicación al servicio del poder. Estamos obligados, en el ejercicio de nuestra responsabilidad, a leer, pensar, formarnos y descubrir lo que de verdad hay detrás de las palabras que contienen los discursos huecos a los que nos tienen acostumbrados. Sólo así conseguiremos una democracia madura y real, y con ello que la situación mejore.
Si tanto les preocupa nuestra integridad moral y física, si creen que no somos capaces de cuidar de nosotros ni de los nuestros, si tienen que controlar nuestras cuentas bancarias y nuestras cuentas en las redes sociales, ¿por qué no invertir más en educación? Sólo de esa manera conseguirán una sociedad más responsable, adulta y respetuosa, que podrá ejercer sus derechos y sus deberes con la suficiente libertad y responsabilidad de ciudadanos integrados en un correcto sistema democrático.
Escribir en las redes sociales es un acto de rebeldía frente a esa cotidianeidad que muchas veces se nos presenta con demasiada crudeza. Es una vía de escape que nos permite creer, de forma ilusa e ingenua, en el poder de nuestras palabras: como si 140 caracteres pudieran cambiar algo de lo que nos rodea. Nos ilusiona pensar que otra realidad es posible.
Sólo puedo imaginar un escenario peor que el actual y sería que simplemente no sucediera nada, que la gente se conformara, se quedara en casa, sin moverse, sin escribir, sin hablar, sin resistir, sin rebelarse ante los abusos, y ello debido al miedo que algunos utilizan como medio para hacer política. Eso sí sería un verdadero infierno y puede que lo pretenda esa ley llamada de forma ambigua “de seguridad ciudadana”, resurrección de una época que creíamos superada.
Tampoco las declaraciones del ministro del Interior han sido muy acertadas. Defender el ejercicio de deplorables políticas paternalistas que tratan al ciudadano como a alguien incapaz de controlarse (lo que recomendaría, según él, limitar derechos y libertades) con la disculpa de poner las cosas en orden, no es la solución y crispa, sin necesidad, esta situación que ya resulta complicada.
Ningún gobierno es perfecto; sin embargo, una de las principales virtudes de la democracia, es que los defectos se pueden ver, lo que permite hablar y debatir sobre ellos, y así corregirlos. No podemos aceptar de ninguna manera la realidad edulcorada que nos presentan algunos medios de comunicación al servicio del poder. Estamos obligados, en el ejercicio de nuestra responsabilidad, a leer, pensar, formarnos y descubrir lo que de verdad hay detrás de las palabras que contienen los discursos huecos a los que nos tienen acostumbrados. Sólo así conseguiremos una democracia madura y real, y con ello que la situación mejore.
Si tanto les preocupa nuestra integridad moral y física, si creen que no somos capaces de cuidar de nosotros ni de los nuestros, si tienen que controlar nuestras cuentas bancarias y nuestras cuentas en las redes sociales, ¿por qué no invertir más en educación? Sólo de esa manera conseguirán una sociedad más responsable, adulta y respetuosa, que podrá ejercer sus derechos y sus deberes con la suficiente libertad y responsabilidad de ciudadanos integrados en un correcto sistema democrático.
Escribir en las redes sociales es un acto de rebeldía frente a esa cotidianeidad que muchas veces se nos presenta con demasiada crudeza. Es una vía de escape que nos permite creer, de forma ilusa e ingenua, en el poder de nuestras palabras: como si 140 caracteres pudieran cambiar algo de lo que nos rodea. Nos ilusiona pensar que otra realidad es posible.
Sólo puedo imaginar un escenario peor que el actual y sería que simplemente no sucediera nada, que la gente se conformara, se quedara en casa, sin moverse, sin escribir, sin hablar, sin resistir, sin rebelarse ante los abusos, y ello debido al miedo que algunos utilizan como medio para hacer política. Eso sí sería un verdadero infierno y puede que lo pretenda esa ley llamada de forma ambigua “de seguridad ciudadana”, resurrección de una época que creíamos superada.
Mientras tanto: Imagine – John Lennon
Su autor comentó que la canción era “antirreligiosa, antinacionalista, anticonvencional, anticapitalista, pero es aceptada por su dulzura”. La letra de la canción está inspirada en las esperanzas de Lennon depositadas en una paz mundial. Parte de la canción pudo haber estado influenciada por la poesía de Yoko Ono, con su infancia vivida en Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuanta razón tienes
ResponderEliminarPues, efectivamente, al final es todo un problema de educación... cuánto dinero se ahorraría, si todos fuéramos educados para vivir en sociedad.... pero todos... en todas las escalas sociales.....
ResponderEliminarHay que "imaginar" mucho, como en la canción, pero quién sabe.... poco a poco....siglo a siglo.....
Seguimos imaginando escenarios mejores a través de la palabra... Y cómo bien dices, a lo mejor así, poco a poco, siglo a siglo,... algún día podrán convertirse en realidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, animan a seguir...