Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

3 de abril de 2014

La inventora más bella del mundo

"Si usan su imaginación, pueden mirar a cualquier actriz y verla desnuda. Espero hacerles usar su imaginación" Hedwig Eva Maria Kiesler


Provocadora y extremadamente inteligente, la actriz vienesa fue la precursora en plena Segunda Guerra Mundial de una de las tecnologías de comunicación más importante de nuestro tiempo. Nada hacía sospechar en sus comienzos que una chica nacida en el antiguo imperio austrohúngaro acabaría siendo la primera mujer en protagonizar un desnudo en la historia del cine y la primera persona en concebir la versión del espectro ensanchado que daría lugar a la tecnología wifi.

Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr, nació en Viena en noviembre de 1914. Hija de padre banquero y de madre pianista, ambos judíos, fue una chica superdotada que estudió ingeniería, pero atraída por la fascinación del teatro a los 16 años dejó las ciencias y se fue a Berlín a trabajar con el famoso director Max Reinhardt.

Su extraordinaria belleza comenzó muy pronto a causarle más problemas que ventajas. Siendo adolescente soportó varios intentos de violación, alguno de ellos consumado, por ejemplo el realizado por el novio de una amiga al que la propia amiga incitó para poder contemplar la violación. 


Poseía un alma hipersexuada, según propia confesión, sin ningún complejo frente al placer, pese a todo no comprendía por qué despertaba en los hombres sólo deseos carnales perentorios y ninguna admiración por su talento, que al parecer iba más allá de la belleza de su cuerpo.

En el año 1931, después de abandonar sus estudios y colaborar en el teatro berlinés, Hedy inicia su carrera cinematográfica, alcanzado celebridad dos años más tarde gracias a la secuencia insertada en la película checa "Éxtasis" (1933) de Gustav Machaty, en la que por espacio de diez minutos la protagonista debía atravesar desnuda la floresta de un bosque hasta sumergirse en un lago. El director le había prometido que las cámaras la tomarían de lejos, desde el alto de una colina, con una imagen esfumada. Hedwig Kiesler después de algunas dudas aceptó, pero su cuerpo fue captado con teleobjetivo y apareció en pantalla a pocos metros de distancia. A continuación tenía que interpretar la expresión de un orgasmo mientras el actor la besaba. En esta escena el director solo consiguió un resultado aceptable pinchando las nalgas a la chica con un alfiler, de forma que el dolor le liberara un grito y un espasmo en el rostro que el espectador confundía con el éxtasis. Este orgasmo la hizo mundialmente famosa.

Casada a los 19 años, en un matrimonio de conveniencia arreglado por sus padres, con el fabricante de armas Fritz Mandl, Hedy calificó posteriormente esa época como de auténtica esclavitud. Fritz era un filonazi despótico que había suministrado armas y municiones a las tropas de Mussolini durante la ocupación de Abisinia y que intentó infructuosamente hacerse con todas las copias existentes de la película en que su flamante esposa aparecía en cueros.

Finalmente se estrenó "Éxtasis" en el festival de Venecia. Mussolini exigió ver la película en privado por el morbo que la acompañaba y precedida del escándalo se estrenó después en Viena ante un público cuajado de personalidades. En el patio de butacas estaban los padres de la estrella y Fritz Mandl, su flamante marido. Cuando empezó la proyección ninguno de ellos daba crédito a lo que veían sus ojos.

A partir de ese día, su marido encerró a Hedwig en casa bajo llave que guardaba la criada, solo permitía que se bañara en su presencia y cuando no la llevaba de fiesta, a las reuniones sociales donde la exhibía como una pieza de caza, la dejaba atada al pie de la cama. 

Durante los dos años que duró este secuestro Hedwig tuvo tiempo de reemprender los estudios de ingeniería y puesto que asistía con su marido a reuniones, cenas y viajes en los que se trataba de nuevas tecnologías para armamentos ella por su cuenta inventó una fórmula, el llamado "espectro expandido", una técnica de conmutación de frecuencias que posteriormente se usó para proteger la dirección de los misiles. Este invento de Hedy Lamarr fue patentado en 1940 y todavía hoy tiene aplicación. Hizo posible por primera vez la trasmisión de señales secretas sin poder ser interferidas, se utilizó en Vietnam y en la crisis de los misiles en Cuba.

Con ayuda de la asistenta, con quien mantenía una relación sentimental, escapó desde la ventana del baño de un restaurante donde estaba un coche esperándola para huir a París. Perseguida por los guardaespaldas de su marido, logró llegar a su destino y continuar hacia Londres. Una vez allí vendió sus joyas y conoció, por casualidad, a uno de los magnates de Hollywood, Louis B. Mayer, el empresario de la Metro Goldwyn Mayer. Ambos embarcaron juntos dirección a los Estados Unidos donde le proporcionaron un nuevo nombre (inspirado en el de una antigua actriz de la época muda, Barbara La Marr, muerta por sobredosis en 1926) y la catapultaron al estrellato.

Hedy Lamarr sucedía así a la rubia Jean Harlow en el firmamento hollywoodiense, encarnando un nuevo canon de belleza: el de la morena enigmática y elegante, exótica y sofisticada.

Allí, pese a algunos patinazos, como su renuncia a encarnar los papeles protagonistas de Luz de Gas y Casablanca (personajes que posteriormente habían de dar fama internacional a otra actriz europea: Ingrid Bergman), Hedy Lamarr intervino en más de una veintena de películas al lado de actores de renombre, como Clark Gable, James Stewart, Robert Taylor, Ray Milland y Spencer Tracy, obteniendo su mayor éxito con un clásico Sansón y Dalila de Cecil B. DeMille.

En el año 1941 Hedy Lamarr  conoció a quien sería su principal apoyo en la creación de un sistema secreto de comunicaciones, el compositor vanguardista George Antheil, un espíritu, como ella, inquieto y cultivado con el que en seguida trabó amistad. Lamarr, que desde los tiempos de su primer marido alimentaba un profundo rencor por el régimen nazi, había ofrecido por entonces sus servicios al recién creado National Inventors Council. La oferta de Hedy, como era de prever, fue declinada por las autoridades competentes, que muy amablemente la aconsejaron contribuir, con su glamour y estatuto de estrella, a la venta de bonos de guerra y la emisión de posters propagandísticos: "Aquel que comprara 25.000 dólares conseguiría un beso de la actriz", Lamarr logró vender siete millones de dólares en bonos de guerra en una única noche.

A pesar de todo, Hedy no se desanimó y continuó dándole vueltas a alguna de las ideas que le rondaban por la cabeza. Una de las principales preocupaciones de la opinión pública respecto al conflicto, como manifestaría en una entrevista años más tarde, era el desequilibrio con que, más allá del Atlántico, combatían las aviaciones británica y germana. Hedy intuía que la fabricación de un misil teledirigido podía suponer una nivelación de la balanza, solución que el ejército americano no se atrevía a acometer, según algunos testimonios, por miedo a que las señales de control fueran fácilmente interceptadas o interferidas por los efectivos nazis.

Una tarde, mientras estaba sentada al piano con George Antheil, Hedy tuvo la idea de aplicar alguna de las técnicas musicales de George al control remoto de los misiles de guerra. Una radio señal emitida a una determinada frecuencia por las tropas americanas para controlar un torpedo podía ser fácilmente interceptada y bloqueada por el ejército alemán. ¿Por qué no emitir entonces a distintas frecuencias, una en cada intervalo de tiempo, y según una secuencia que pudiera variar en cada ocasión? La idea, que era simple, requería sin embargo una solución práctica. Para ello Hedy y George, que pasaron largas veladas sentados en una alfombra del recibidor de la mansión de Hedy simulando los distintos ingenios con cerillas y una cajetilla de plata, diseñaron un dispositivo inspirado en los rollos perforados de las pianolas y en las cacofonías de algunos experimentos musicales de George (en su famoso Ballet Mécanique 16 pianolas sonaban simultáneamente en una misma sala, sincronizadas por este tipo de mecanismo).


El 11 de Agosto de 1942, la patente era registrada y cedida al ejército norteamericano. Poco tiempo después, en ese mismo año, aparecía en el New York Times la primera mención pública del invento, a pesar de lo cual, y aunque nadie puso en duda el interés y relevancia del ingenio, las autoridades de la época no consideraron la posibilidad de su realización práctica debido a impedimentos tecnológicos. 

De este modo, el invento fue olvidado hasta que, años más tarde, las nuevas tecnologías basadas en el transistor de silicio y la fabricación de los primeros microprocesadores permitieron la implantación de métodos eficaces, capaces de incluir la técnica de conmutación de frecuencias.

En 1957, quince años después la firma americana Sylvania Electronics desarrolló un dispositivo de control remoto y reconoció la patente de Lamarr y Antheil como precursora de su invento.

La tecnología patentada por Lamarr y Antheil en 1940 ha demostrado ser la solución esencial para la comunicación secreta vía radio y para compartir el número de canales de radio ocupados. Hizo posible la transmisión de señales secretas sin poder ser interferidas y Estados Unidos lo utilizó por primera vez durante la crisis de Cuba, después como base para el desarrollo de las técnicas de defensa antimisiles hasta que, en la década de 1980, el sistema de espectro expandido vio sus primeras aportaciones en ingeniería civil.

Su idea, mantenida en secreto por el ejército, acabó convirtiéndose en la precursora de la tecnología que se utiliza hoy en día en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS y la tecnología wifi.

En 1998 la Electronic Frontier Foundation concedió a Hedy Lamarr y George Antheil el Premio Pionero reconociendo su contribución fundamental en el desarrollo de las comunicaciones basadas en ordenadores. George Antheil murió sin conocer su aportación a la tecnología ni ver su reconocimiento y Hedy Lamarr rehusó a ir a recoger aquel premio pero parece ser que cuando se enteró de la noticia dijo con  sorna "Ya iba siendo hora"

Murió a los 85 años en Florida, el 19 de enero de 2000. El día de su nacimiento, el 9 de noviembre, se celebra el Día del Inventor en su honor.  


Muchos la recuerdan por la película Sansón y Dalila, la única que le dio fama pero aunque apareciera en pantalla envuelta en sedas los espectadores siempre la veían desnuda. No tuvo buena suerte. Se casó tres veces. Tuvo tres hijos. Atravesó innumerables cuerpos masculinos y femeninos, de maridos y amantes, galanes y productores. Uno le disparaba con el revólver sobre sus pendientes cuando estaba borracho; otro se fabricó una muñeca hinchable que era la réplica exacta de Hedy y la usaba cuando ella se negaba a complacerle, otro se acostó con la criada en la misma cama mientras Hedy dormía. Siempre era más inteligente que el hombre que la acompañaba y más hermosa que la mujer de su amigo. Fue la señorita más bella y rica de Viena, pasó a ser el animal más deseado de Hollywood, pero no la mejor actriz debido al lastre de su belleza. La cleptomanía la llevó varias veces a la cárcel. Tenía a sus pies a todos los millonarios del mundo, pero no podía evitar robar un cepillo de dientes en unos grandes almacenes.

Algunos misiles disparan hoy bajo su nombre. Era aquella chica que le cortó el pelo a Sansón.


Fuentes:



2 comentarios :

  1. Dios pone en la tierra a parte de su creación para que la admiremos y la compartamos, pero en cambio, los "seres humanos" ninguneamos, vapuleamos y agredimos de mil maneras lo que se muestra hermoso e inteligente; el "ser humano" está lleno de mil contradicciones.
    Hedy Lamarr, para mí, un ser especial.

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    1. Cuanta razón tienes! Es impresionante la cantidad de gente increíble y "especial" que se ha quedado en el olvido... Gracias por el comentario, seguiremos trabajando en la sección

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