Por Irene Serrano
Dicen los expertos que para contener un tsunami es mejor debilitar la fuerza de la ola destructora por fricción, generando suficiente rugosidad en los suelos, disponiendo bosques que disipen la enorme energía del agua, en lugar de intentar contenerla con muros de hormigón cuyos fragmentos pueden convertirse en potenciales proyectiles arrojados contra las ciudades.
Así deberíamos actuar frente a los efectos de la crisis económica, social y política en la que nos encontramos desde hace algo más de un lustro. Resistir frontalmente no es una alternativa, es preferible cambiar nuestros hábitos, adaptarnos a una nueva forma de vivir, estar armados de valor para recibir, absorber y atenuar los impactos. Pero además necesitamos estar bien equipados con un ilusionante proyecto de futuro y, de paso, contar con un magnífico equipo de gestores de lo público, "gobernantes de código abierto", como ya dije hace unas semanas, dispuestos a ejercer la política: a proponer, a dialogar y persuadir, siendo capaces de entusiasmar a la sociedad, que tendrá que colaborar poniendo todo de su parte para concluir con éxito la tarea.
Lo importante en estos malos tiempos es tener un deseo fuerte y constante, manifestado en algo creíble y posible, que ilusione a esa mayoría silenciosa de la que hablan algunos, y que requerirá del esfuerzo común. Un plan de conjunto que no esté influenciado por intereses parciales, locales o minoritarios. La historia demuestra que de las crisis sólo se sale con un proyecto de futuro que tenga en cuenta el interés general de la nación.
Durante la transición, los objetivos de España como nación eran consolidar la democracia, acercarnos a Europa y conseguir un alto grado de bienestar social, pero hoy parte de estos objetivos están en crisis o absolutamente agotados: ni la democracia es una verdadera democracia libre, ni el acercamiento a Europa tiene que ver con la deseada integración en la Unión Europea y el estado de bienestar presenta tantas quiebras que a veces parece más un abandono o una subasta al mejor postor.
Las diferentes ideologías, las utopías sociales, incluso las más ilustradas, o las económicas, y los nacionalismos, no son sino falsos proyectos. Ofrecen a la multitud un espejismo, un sueño poco realista, una falsa salvación. Durante la década en la que determinadas medidas económicas, financieras y políticas inflaron la burbuja inmobiliaria, la codicia fue el sentimiento que cebó esa ilusión falaz y resultó ser otro sonoro fracaso.
Ensayemos un nuevo proyecto de futuro en nuestras ciudades, pero uno cuyo interés general sea predominante. Es en éstas donde se muestran primero los grandes conflictos, huelgas, manifestaciones, EREs y despidos masivos; donde se puede detectar antes qué población está más desprotegida y qué barrios son los más vulnerables. También es en las ciudades donde se pueden ensayar soluciones, las mejores oportunidades de negocio, la búsqueda de empleo. El comercio, el ocio, la cultura, la educación y la industria más desarrollada, las finanzas, la administración más cercana tienen como ámbito de actuación la urbe y su entorno rural.
En ellas está todo por hacer, son un nicho de empleo de primera clase. La rehabilitación, el ahorro y la eficiencia energética, la transformación de los barrios, son una oportunidad que tendrá efectos positivos a corto plazo y mejoras sustanciales en la calidad de vida de sus habitantes, que somos todos, mujeres, niños, mayores, españoles y extranjeros...
El dilema de Hamlet, como decía Manuel Vicent en "La huida" (publicado el 22.05.2011) sigue vigente desde el inicio de la historia: "Ser o no ser. Pelear o soñar, votar o abstenerse, esa es la cuestión…". Según sea la naturaleza de los nuevos objetivos que propongamos para España así será el futuro que nos conduzca a una edad oscura o bien a un nuevo Renacimiento. Sólo nosotros seremos los artífices de nuestro propio destino.
Stubborn love | The Lumineers
Un interesante articulo, lleno de sentido comun. Hace 2 siglos nuestro gran Alexis de Tocqueville ya anticipo que a nivel municipal es donde se genera la verdadera democracia, se puede participar en las decisiones, que te son cercanas, y ves como se usan tus impuestos. Esta quiza sea una de las claves, desmontar las autonomias para potenciar municipios, pero estos hoy tambien estan llenos de incompetentes corruptos de la casta, de segundo nivel por cierto, por que no han podido escalar mas alto en los partidos.
ResponderEliminarA Hoz
Gracias, Antonio.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en lo que apuntas sobre la corrupción municipal, claro que ello ha de ser objeto de otro artículo, es un tema complejo que debe ser estudiado detenidamente no sólo en su descripción sino también en las consecuencias tan nefastas que genera cuando se institucionaliza... Escribiré sobre ello más adelante.
Hola Irene me gusta ese espíritu de combate y de adaptación al medio creo que es una buena idea aplicar ese proyecto de futuro en la ciudades
ResponderEliminarsaludos :)
Iremos perfilando ese proyecto entre todos, cada día aprendo algo nuevo escuchando a las personas, a los vecinos de mi ciudad. Un saludo!
Eliminar