Por Irene Serrano
Miley Cyrus, aquella adolescente americana estereotipo de la niña mona y perfecta de la serie infantil Hannah Montana, e ídolo de nuestros niños y niñas, ahora se destapa. Lo hace en un vídeo donde aparece columpiándose sobre una bola de hierro completamente desnuda. Lo hace en la gala de los premios MTV, donde ofreció un lamentable espectáculo con un baile de alto contenido sexual, de moda en Estados Unidos.
Días después Sinead O’Connor y Annie Lenox, la ex vocalista de Eurythmics, desde la experiencia que dan los años, aconsejaron que no se dejase humillar para vender música. Sinead llegó a escribir una carta en la que le dice que "a la industria de la música no le importas, no le importamos ninguno, te prostituirán por lo que vales económicamente, dejándote cuando ya no les intereses. Estás oscureciendo tu talento por permitir que los proxenetas de la industria te prostituyan… De ninguna manera conseguirás el empoderamiento de las mujeres jóvenes como tú lanzando el mensaje de que debes ser valorado más por tu 'sex appeal' que por tu talento…" ¡Cuántas verdades en tan pocas líneas!
Vivimos hoy una época de fuertes contradicciones: nunca han sido tantas las prohibiciones, algunas absurdas y triviales, y simultáneamente se van ampliando los límites de lo que resulta tolerable. Sobre esto sólo tenemos que observar la permisividad que algunos de nuestros gobernantes más conservadores tienen con Sheldon Adelson, magnate americano promotor de Eurovegas, complejo para comercializar el juego a gran escala y otros negocios colaterales de dudosa reputación (por el que rivalizaron ciudades como Barcelona y Madrid); y al mismo tiempo prohíben pedir limosna delante de un centro comercial, circular en patines sobre las aceras, o tocar un instrumento musical en la calle. Sólo se ejerce un fuerte control sobre aquello no comercializable.
Lo cierto es que el sexo vende, y en estos tiempos difíciles en los que la industria tiene que idear opciones imaginativas para ofrecer sus productos, las casas discográficas buscan impresionar y lo hacen sin reglas, sin principios; lo único que importa es ganar dinero, a costa incluso de llegar a sacrificar a una de las princesas de Disney, desnudándola y prostituyéndola en la ficción, con tal de obtener pingües beneficios.
Pero lo más preocupante de todo esto es cómo afectan estas imágenes y, lo que es peor, el mensaje que la banalización del sexo transmite a nuestros hijos e hijas en sus años de pubertad, en los que aún no tienen formada la personalidad ni tienen el grado de madurez suficiente para tomar algunas decisiones. Ver a su heroína de la infancia en la televisión, sin previo aviso, dando un espectáculo grotesco y humillante, requiere una explicación y una crítica que no siempre llega en el momento adecuado. Los medios de comunicación, muchas veces cómplices de esta mercantilización del sexo, nos complican notablemente la ardua tarea de educar y formar a nuestros hijos, echando por tierra el trabajo de años. Además, utilizan a los más jóvenes para transmitir un mensaje altamente nocivo, no sé si de manera intencionada: la amplia desigualdad que se sigue percibiendo en el tratamiento de lo masculino y lo femenino, deshaciendo los escasos avances conseguidos en esta materia, y la escasa valoración del mérito, del esfuerzo y del trabajo.
Necesitamos todos, y nuestros jóvenes en particular, una reflexión seria sobre el sexo, sobre sus límites, sobre las posibilidades que ofrece, que ello les ayude a decidir con libertad, con criterio formado y con sensatez, sin manipulaciones de aquéllos que sólo buscan comercializar con las mujeres.
Mientras tanto, escuchad este tema de James Blunt, su letra habla de aquéllos que se doblegan y se arrastran por un muñeco de oro…
"I really want you", James Blunt
No puedo estar más de acuerdo contigo Irene.
ResponderEliminarSiempre digo que la mayor culpa del bajo nivel de nuestros estudiantes es precisamente lo que NO sucede en las aulas, sino lo que pasa fuera. Demasiados mensajes desde los medios de comunicación en los que ningún valor positivo para una vida en sociedad importa y donde todos los mensajes están basados en lo material y lo sexual. Contra esos estímulos de marketing tan potente no puede luchar ningún sistema educativo y muchas veces ni siquiera la educación familiar.
Un fuerte abrazo, gracias por compartir.
Enrique Núñez Torres.
Gracias a ti por leer estas palabras aunque creo que servirán de poco. Somos muchos los que opinamos igual pero el poder de determinados grupos empresariales es mucho más fuerte, sólo cabe hablar mucho con nuestros hijos, guiarles con nuestro ejemplo y enseñarles a pensar desde pequeños.
EliminarUn abrazo también para ti.
Tienes mucha razón Irene pero te aseguro que hay padres que están haciendo una labor impresionante como educadores. Es aterrador pensar que los adolencentes pueden ser manipulados vilmente pero los valores que se inculcan a los niños desde muy pequeños siempre perduran y si además saben pensar por sí solos serán algún día personas ejemplares, lo cual no quiere decir que no se equivoquen de vez en cuando. Como muy bien dices hay que guiarles y enseñarles a pensar por muy cansino que sea para algunos padres, es la mejor forma de educar.
ResponderEliminarH-6 Espacio Creativo