Llegaron las nubes de color gris, pero el cielo sigue siendo azul. Aunque no se vea.
Es como cuando te caen las hojas de otoño en la cabeza. Te rozan, pero no golpean. No pierdes el equilibrio. No caes al suelo.
Estoy enfadada con la vida. Con el mes de octubre. Con lo días acabados en número impar.
Hay demasiadas cosas que no entiendo. Que se que no llegaré a comprender nunca.
Demasiadas veces he sentido el deshielo en mi piel, aunque tengo la suerte de que hay formas hacer más lento el proceso.
Escribirle a él sin que lo sepa. La música en cualquier rincón. Saber que me quieren. Las dudas que me hacen crecer. La lluvia y el sol jugando a hacerse hueco en las ventanas. Hasta las mentiras envueltas en la intención de no hacer daño me salvan la vida.
Y siempre echaré de menos su luz. Pero de ejemplo tomaré su sonrisa y sus ganas, para no hacerme agua. Para que la tristeza no me pille nunca descalza y con los ojos cerrados.
Muy bonito Maria.
ResponderEliminarMuchas gracias Daniel, no había leído tu comentario. Un abrazo!
EliminarPrecioso.
ResponderEliminarGracias por todo Manuela. Precioso es que estuvierais (esteis) aquí.
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