Un proyecto de futuro (I)

Por Irene Serrano  

"Bien mirado, pienso, una ciudad y una persona no son cosas tan distintas. Por las avenidas de las ciudades y las arterias del cuerpo circula la misma savia espesa, el mismo tráfago de anhelos, frustraciones, promesas que alimentan el sentido o sinsentido de ser y seguir siendo. En el corazón de las ciudades y en el corazón de los hombres se concentra lo mejor de su arquitectura, mineral o humana, las altas catedrales levantadas hacia el cielo como oraciones de piedra, los viejos palacios donde duermen los sueños más hermosos. De igual modo, en los descampados de las ciudades y en los descampados del alma crecen, como residuos de piedra, los mismos estercoleros salpicados de zapatos viejos y muñecas rotas", La sonrisa robada de José Antonio Abella

En los últimos años he pasado del desconcierto a la irritación, más tarde al rechazo, y hoy a la acción. En esto último ando ahora y como el nivel local es el que mejor conozco, además soy una convencida de aquello que proponía, no sé bien quién: "…gobierno mundial en la cumbre y local en la base", intentaré explorar las grandes posibilidades que ofrecen las ciudades y sus entornos rurales para resolver las dificultades que hoy tienen las personas que los pueblan (empleo, educación, sanidad…).

Nuestras ciudades, y las personas que en ellas residen, no necesitan grandes acontecimientos puntuales como unos juegos olímpicos o un mundial de fútbol; tampoco les hace ninguna falta basar sus esperanzas en proyectos que no son otra cosa que "castillos en el aire" como Eurovegas; ni que se realicen grandes y costosos soterramientos esquilmando las arcas municipales o, lo que es peor, endeudando a varias generaciones;  o la planificación de ensanches uniformados para miles de viviendas que sólo servirán para saciar la codicia de algunos. Lo que sí están pidiendo a gritos nuestras ciudades es un proyecto de futuro que resuelva los problemas de quienes las habitan: una carta de navegación para dirigirse  hacia el mañana con seguridad y aplomo, sabiendo a donde van, de la misma forma que todas las personas necesitan un ilusionante proyecto de vida que les motive lo suficiente para levantarse cada mañana.

Una de las principales y más difíciles misiones de los gobiernos locales es orientar el modelo de ciudad en una dirección inteligente para lo cual se requiere una importante participación de todos los actores implicados: gobernantes, vecinos, gestores de lo público, empresarios… Se requiere un proyecto de futuro, con un fuerte respaldo social, con un adecuado equilibrio entre su estrategia económica, la cohesión y el desarrollo social, y la sensibilidad y cuidado del medio ambiente. Además, ese proyecto debe servir para todos, hasta para el último ciudadano, de forma que consiga ilusionar a los que habitan el territorio, lo hagan suyo y luchen por él.

Hay "ciudades con proyecto" como Barcelona que impulsó en los años 80 una importante, estratégica y participativa transformación, y "ciudades sin proyecto". Nuestra querida Madrid es una de ellas y las nefastas consecuencias las estamos viendo en los problemas que sufre estos últimos años (el fuerte endeudamiento que no le permite hacer frente a los servicios básicos de cada día, la brutal caída del turismo, el abandono que padece el espacio público y algunos de sus más emblemáticos lugares).

Y si nuestros gobernantes no saben darnos este proyecto, éste surgirá, ya que en la historia de la humanidad, las ciudades tienden a sobrevivir, incluso a pesar de los peores gestores de lo público. Madrid también renacerá y con fuerza, tiene madera para hacerlo, y su población las ideas necesarias para levantar la ciudad. Ese movimiento partirá desde abajo, desde el incipiente asociacionismo vecinal que se está produciendo, desde la calle, desde las personas más creativas que allí residen, que le dan vitalidad y que no son sino "la savia espesa que circula por sus arterias" y que logrará, al margen de sus políticos, el renacimiento de una gran ciudad como Madrid.

 "Outlaw Pete", Bruce Springsteen (Álbum: Working on a dream)