Por Daniel Movilla
Llevaba muchos meses sin sentarme en el despacho a escribir, porque la verdad no me sentía con ganas. Una y otra vez trataba de fijar un tema sobre el que desarrollar el artículo y siempre venían a mi cabeza las mismas conclusiones deprimentes sobre el estado de España, los políticos que tenemos y la eterna crisis económica. Y sobre estos temas ya he dicho todo lo que tenía que decir, y creo, que aunque estuviera tres años más escribiendo a diario sobre las penurias de nuestra democracia, no serviría para nada. Únicamente conseguiría aumentar en mí esa terrible sensación de impotencia que cada mañana me saluda como una fiel compañera de camino, cada vez que escucho, leo o comento, cualquiera de las noticias que divulgan los medios de comunicación.
Pero hace un par de días cayó en mis manos un libro que hablaba sobre la iniciación al budismo zen y, como hago con todas las cosas que realmente me sorprenden, me acerque inmediatamente a una librería y me compré otro libro que hablaba del mismo tema, pero desde el punto de vista de la ciudadanía y su compromiso con el entorno donde vive. Finalmente, subí a la biblioteca del Molino y entre la multitud de libros que atesora la madre de mi mujer, Tita, encontré otro par de escritos sobre la meditación y los mantras.
Así pasé mi fin de semana, releyendo todo lo que podía sobre las enseñanzas de Buda, el budismo posterior al maestro y los métodos de concentración y meditación.
Así pasé mi fin de semana, releyendo todo lo que podía sobre las enseñanzas de Buda, el budismo posterior al maestro y los métodos de concentración y meditación.
No eran temas desconocidos para mí. Confieso mi vieja admiración por los libros que se editaban allá por los años setenta y que hablaban de las técnicas de la meditación trascendental, el tercer ojo, la levitación y el Nirvana. En aquellos años, con las neuronas a flor de piel y la innata desorientación de los veinte años, devoraba esos libros que hablaban de una paz interior que a mi me sonaba imposible de conseguir y que sin embargo yo intentaba aproximar en vano a mi vida, una y otra vez.
Esa misma vida, luego te lleva por otros caminos menos virtuosos, mas retorcidos y desde luego, mas acordes con el entorno en que nos movíamos los jóvenes de los años cincuenta. Olvide mis inquietudes y me plante en el siglo XXI con mucho caparazón a mis espaldas y con la piel curtida en luchar por sobrevivir.
Esa misma vida, luego te lleva por otros caminos menos virtuosos, mas retorcidos y desde luego, mas acordes con el entorno en que nos movíamos los jóvenes de los años cincuenta. Olvide mis inquietudes y me plante en el siglo XXI con mucho caparazón a mis espaldas y con la piel curtida en luchar por sobrevivir.
Pero ahora, a mis sesenta y dos años, con mis hijas, ya mujeres, asumiendo sus responsabilidades en esta vida, compruebo que el tiempo ha pasado muy deprisa, y por qué no, puedo retomar mis inquietudes juveniles y al igual que un saco roto donde puedes volver una y otra vez a vivir momentos felices de tu vida pasada, he vuelto a leer a los clásicos autores del pensamiento budista.
Y quiero que sepan, que ojalá yo fuese capaz de poner en práctica muchas de las enseñanzas de Siddharta Gautama, o al menos aceptar su forma de vivir la vida cotidiana, su forma de comportarse, de entender el mundo que nos rodea y su manera de aprovechar la capacidad y las cualidades de la mente humana. Según sus enseñanzas, debería llegar el día en que pudiésemos permitir que los demás conocieran nuestros verdaderos pensamientos de día y de noche. Se admiten voluntarios.
¡Me apunto!
ResponderEliminarGracias por estas reflexiones, que me han orientado hacia una forma de enfocar la vida, que siempre había sentido en el interior, pero que nunca había explorado con el detenimiento necesario. Estaba tan ocupado... :)
ResponderEliminarPero Enrique...¡¡¡ tu tienes capacidad para eso y para mucho mas. Ademas creo que eres tan bueno en lo que haces, que no te hace falta el nirvana.:-))))
Eliminargracias Daniel, a mis 58 y despues de algunos años dandole vueltas pensando en donde podria yo encontrar ese camino de conocimiento y exactitudes por el que transitar me sirve de gran ayuda tu focalizacion interesada en la persona que no en las cosas,
ResponderEliminarDe nada amigo, está claro que a pesar de las malas lenguas, la vida recorrida, al margen de arrugas y todo tipo de recuerdos, te da una madurez muy gratificante.
ResponderEliminarSer transparentes a los demás, ¡yo también me apunto! Buen artículo, Daniel.
ResponderEliminarPues quiza sea uno de los temas que pueda abordar Alternativa Social no?
ResponderEliminarPor supuesto, en cuanto nos dejen, manos a la obra,... "Estás aquí para posibilitar el despliegue del propósito divino en el universo. ¡Eres así de importante!" dice Eckhart Tolle, autor de "El poder del ahora" uno de los mejores libros que puedes encontrar sobre estos temas. Te lo recomiendo, incluso te lo puedo dejar, yo ya lo he leído... Es de gran ayuda.
EliminarMe parece tremendamente sugestivo el pensamiento. “ debería llegar el día en que pudiésemos permitir que los demás conocieran nuestros verdaderos pensamientos de día y de noche “. Posiblemente el fondo de la idea no sea novedad, pero sí su plasmación de forma tan gráfica , tan didáctica. “Busca y encontrarás” Y hoy he encontrado un excelente motivo de reflexión.
ResponderEliminarGracias por compartir Sr. Movilla.