Viendo por enésima vez La vida de los otros descubrí lo parecidos que pueden llegar a ser los medios al alcance de los diferentes regímenes, independientemente de la ideología que digan defender, a la hora de perpetrar acciones para conseguir los fines que interesen en cada momento.
La película narra la historia de un oficial de la Stasi, policía secreta alemana del régimen comunista, en el Berlín oriental durante los últimos años de la RDA. En ella aparecen caracterizados todos los personajes que hoy también podemos encontrar en nuestro sistema definido por la Constitución, al menos en teoría, como democrático: un funcionario convencido, obediente y sumiso que atiende, sin cuestionarse nada, las órdenes del poder político; su superior, prometiéndole un ascenso si obtiene la información necesaria; el intelectual conformista que defiende el sistema que le da sustento; el político poderoso acostumbrado a obtener todo lo que desea utilizando incluso para ello todo el aparato del Estado; el artista, defenestrado por sus ideas, que no consigue dirigir nuevos trabajos a pesar de los éxitos en el pasado; y, por último, el personaje más débil de la historia, una mujer insegura, obligada a prostituirse para mantener su prometedora carrera como actriz.
Algunos de estos personajes resultan ciertamente necesarios para convertir un sistema democrático, en algo que se va contaminando, descomponiendo, desmoronando personal y socialmente, con la corrupción y el despotismo, que hace que los ciudadanos vean mermada su fe en el sistema (necesario por otra parte para que haya un equilibrio, una cierta paz y seguridad).
En noviembre de 1989 cayó el sistema comunista en la RDA, seguramente porque la corrupción y el despotismo se habían convertido en algo inmanente, de su propia esencia, se asumió como lo más natural. Esta situación se produce porque llega un momento en que el corrupto, como ocurre con el mal aliento, no percibe su corrupción, sólo la sienten los que le rodean. Por ello les resulta tan sencillo negar su existencia.
En La vida de los otros algunos de los personajes toman conciencia de ese estado de corrupción y a través de un cambio radical en su actitud personal hacen cambiar la historia: el funcionario leal y obediente, deja de obedecer al percatarse de las falsedades del sistema en el que tanto creía; el intelectual conformista, deja de tolerar las prácticas gubernamentales, y pasa a la acción, redactando un artículo denunciando el alto número de suicidios que se producían en el país.
Llega un momento en el que algunas conciencias individuales dejan de someterse a lo que dicta el poder político, dejan de ser marionetas, hay algo que les impulsa a recobrar la libertad y responsabilidad, recuperan la coherencia, salvando y liberando a toda la sociedad del despotismo de un sistema corrupto.
Música: Nothing Else Matters | Metallica 1990
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