A medida que va pasando el tiempo

Por Daniel Movilla 

Recordaran ustedes, sin duda, la famosa canción "As time goes by" interpretada por Dooley Wilson y que forma parte de la banda sonora de la película Casablanca.

Hay una escena inolvidable, donde Ingrid Berman le pregunta al viejo pianista Sam, entre otras cosas, "¿Where´s Rick?" ¿Donde esta Rick?, personaje al que da vida Humphrey Bogart, interpretando a un antiguo amante de la protagonista, en el París de la ocupación nazi. Volver a ver la película, por cierto, es una buena opción para estos días de descanso.

En esa misma película, y en el mismo dialogo que Ingrid Berman mantiene con el pianista Sam, cuando ella le dice que ha pasado mucho tiempo sin verse, este le contesta: Si señora, ha pasado un montón de agua por debajo del puente: "Yes ma´am, a lot of water under the bridge"

Voy a utilizar estas dos frases de Casablanca para introducirme en lo que realmente quiero decirles. Primero, que a medida que va pasando el tiempo y se nota que pasa, vaya si se nota, va cambiando en mi la perspectiva que tenía sobre determinadas cosas, sobre su relativa importancia y sobre la necesidad de centrarse en lo que realmente cuenta, en aquello que tiene verdadera transcendencia en mi vida. Voy dejando de lado y poco a poco lo fútil, lo insustancial, y la mayor parte de los convencionalismos sociales.

Ayer comía con un viejo amigo y hablábamos del rechazo que generan en nuestro entorno, aquellas personas que se salen del guión preestablecido, que no disfrutan ya del sabor de las normas  sociales más al uso. Pues a medida que pasa el tiempo, yo me voy acercando más a ese tipo genético de personas a quienes, día a día, les preocupa menos los comentarios ajenos, el deber social y los convencionalismos.

Segundo, que ya ha pasado un montón de agua bajo mi puente y eso me ha servido para tranquilizar mis inquietudes, para templarme y para saber sin ningún género de dudas, donde quiero concentrar mis energías positivas. Hago oídos sordos a comentarios teñidos de rencor, de envidias, de celos y de amargura vital. A medida que va pasando el tiempo, y para desesperación de todos mis ilustres ignorados, soy mas yo que nunca.

Sin aspavientos, pero también sin miedo al que dirán, empiezo a descubrir el placer de llamar a las cosas por su nombre. Y la inmensa satisfacción de no sentir ya ni el rumor de la gente que sueña con herirme.

Os dejo el enlace a la escena de Casablanca donde sale la conversación que os he comentado.