Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

23 de enero de 2015

La escandalosa señorita Pilgrim

"En conjunto, esta historia habla de la frustración, la desilusión y la pena: momentos que quizá es mejor dejar en el barbecho o en el olvido. Sin duda, así es como me sentía en 1950, cuando me despedí por fin, sin lágrimas, de la industria hollywoodiense que me había envuelto y atrapado en su red de promesas. Había decidido olvidar y continuar con otras búsquedas. Lo hice, y nunca miré hacia atrás. Hasta ahora"
(La escandalosa señorita Pilgrim)

Frederica Sagor Maas escribió historias originales para el cine, adaptó otras y desarrolló decenas de guiones para Hollywood, que sirvieron de rampa de lanzamiento para las estrellas de la época, como Louise Dresser, Constance Bennett o Clara Bow.

Al igual que Greta Garbo, tuvo que adaptarse al sonido y al color en el cine. Sin embargo, como pasó con tantas mujeres en los primeros tiempos del cine y a tantas escritoras, científicas y creadoras, sus ideas para nuevas historias y nuevos guiones eran robadas, su trabajo era plagiado y otros recibían el reconocimiento. Pocas veces le reconocieron su labor en títulos de crédito o respetaron su escritura original.

Era la última de una estirpe, la de las mujeres – muchas, a las que la historia no ha reconocido y cuyos nombres se pierden deglutidos por las fauces de la industria – que levantaron el séptimo arte.

Sagor Maas era más lista que sus colegas de profesión, y se sintió ninguneada, acosada sexual y profesionalmente, plagiada en un mundo loco, que se regodeaba en sus excesos. A todos los dejó atrás:

"Todos vosotros, panda de sinvergüenzas, estáis ya bajo tierra, mientras que yo sigo aquí, vivita y coleando"
Frederica Alexandrina Sagor Maas fue una guionista de cine estadounidense. Hija de inmigrantes judíos procedentes de Rusia, la vida de Frederica fue como la trama de una de las viejas películas de Hollywood.


Frederica Sagor nació el 6 de julio de 1900 frente a la vía de tren en Manhattan. Quiso ser médico pero abandonó la idea y estudió periodismo en Columbia. Trabajó un verano como correctora para el New York Globe. Abandonó los estudios y comenzó a trabajar en 1923 como asistente de edición en la oficina de Nueva York de los Estudios Universal. En 1924 se mudó a Hollywood, donde rechazó sugerencias de que probara suerte como actriz y en cambio escribió para los estudios Universal, MGM, Paramount y Fox. Su verdadera escuela fue la sala de un cine donde aprendió todo lo que necesitaba saber sobre el séptimo arte.

Entró a la industria del cine luego de responder a un anuncio como ayudante del editor de guiones en la Universal Pictures en Nueva York. Obtuvo el trabajo y aprendió sobre cine mirando las películas que le gustaban tres o cuatro veces, estudiándolas fotograma a fotograma. Su vida cambió por completo. Rodeada de borrachos, tipos de vuelta de todo, gente sin ningún interés por su trabajo, Sagor comenzó a escalar en la oficina, hasta que llegó a dirigir la delegación de Universal Pictures. Iba al teatro casi cada noche, leía galeradas de novelas una tras otra, a la búsqueda de esa joya oculta que mereciera la pena llegar al cine. Y las encontró… Otra cosa es que sus jefes le hicieran caso. Uno de sus primeros trabajos como guionista fue la adaptación al cine de la novela de Percy Marks, "The Plastic Age", con la que lanzó a la fama a la estrella del cine mudo, Clara Bow.

Tras el éxito firmó contrato con MGM donde otros se llevaban el reconocimiento por su trabajo. Cansada de MGM, Frederica pasó a trabajar con Tiffany Productions, donde recibió el reconocimiento por haber escrito las comedias de los años 20 That Model From Paris (1926) y The First Night (1927).


En 1927 se casó con el guionista, Ernest Maas con el que también escribió guiones. Por su guión original para la película Rolled Stockings (1927), Frederica no sólo recibió el reconocimiento en los créditos en la pantalla sino también en el afiche, un hecho raro en esa época.

Durante el descalabro bursátil de 1929 la pareja perdió 10 mil dólares y tuvo que sobrevivir escribiendo reseñas de películas. El matrimonio Maas Sagor intentó hacer carrera por su cuenta, escribiendo guiones a cuatro manos o vendiendo sus historias de forma individual. Rozaron la miseria y decidieron volcar su habilidad en sendas historias cercanas a sus corazones: Photo by Brady, sobre uno de los pioneros de la fotografía en EE UU, y Miss Pilgrim's progress, una historia feminista sobre el trabajo femenino que en 1947 Darryl F. Zanuck destrozó y convirtió en un musical: La escandalosa señorita Pilgrim, para lucimiento de Betty Grable, y que fue la primera aparición en la pantalla de Norma Jean, más conocida como Marilyn Monroe.

Contra estas manipulaciones, Sagor Maas protestó y se ganó fama de buscapleitos y de comunista, calificativos surgidos de una industria que ella misma calificó de "sin sustancia"

Junto a su marido, observaba con dolor cómo sus ideas y guiones eran robados sistemáticamente por la industria del cine. La mayoría de los guiones que escribieron entre 1938 y 1950 nunca se realizaron, lo que los llevó a cambiar de profesión, ganándose la vida en la industria de las aseguradoras.

Empobrecidos y desilusionados, en 1950 la pareja condujo hasta la cima de una colina aislada con la intención de matarse por asfixia, pero no tuvieron el coraje de hacerlo. Frederica y Maas dejaron Hollywood a principios de los años 50 después de que fueran interrogados por el FBI acusados de participar en actividades comunistas. 

Tras su muerte de su marido en 1986, Frederica se decidió a escribir sobre lo vivido y a contarlo todo sobre Hollywood. A describir, por ejemplo, a un Louis B. Mayer, fundador de la Metro Goldwyn Mayer, como alguien en el que era imposible confiar; hablar de una Clara Bow bailando desnuda encima de las mesas de alguna de las "fiestas salvajes" por las que Hollywood fue conocido, a Joan Crawford la despacha con "era una tipa que mascaba chicle, muy maquillada, con la falda hasta el ombligo, el pelo rizado y en desorden. Un putón". Antes de morir a los 111 años, Sagor Maas se había convertido en el único lazo viviente con la era del cine mudo.

Frederica Sagor Maas volvió a ser noticia cuando a los 99 años publicó La escandalosa señorita Pilgrim, cuyo título hacía referencia a su último título cinematográfico que en realidad había escrito como un drama sobre los problemas laborales a las que se enfrentaban las mujeres en aquella época. "A menos que quisieras dejar la industria, tenías que callarte la boca", escribió.

Unas memorias en las que describió el chauvinismo, la misoginia y la discriminación a la que se vio sometida como mujer en la industria en los años veinte. También describiría casos de prostitución, abuso de poder y plagio. Rebelde e ingeniosa, ella misma relata en estas páginas sus experiencias en los años dorados del cine mudo, y cómo sobrevivió en un mundo de juegos de poder, envidias y traiciones, dominado por hombres: productores y directores que, en sus propias palabras, eran "unos analfabetos sexistas, alcohólicos, trepas, mentirosos y tramposos".

Éste es el apasionante relato de una mujer que lo vio todo, una pionera que plantó cara a los peces gordos de la industria cinematográfica y vivió lo suficiente para ser testigo de los mayores escándalos del temprano Hollywood y, pasados los años, contarlo todo sin tapujos, en una crónica picante que se lee como una dulce venganza.

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