Los tristes acontecimientos recientes y todo lo que deriva y derivará de ellos, avivan una vez más debates eternamente abiertos.
Hay que entender una cosa y partir de ella, antes de hacer cualquier razonamiento: la religión no es mala, lo es, la mala interpretación y la ignorancia.
Es inconcebible que se rechace, humille o penalice a una persona por seguir unas creencias concretas, no sólo las religiones se han utilizado de parapeto para hacer locuras, lean, la historia enseña que la humanidad no deja de sorprender.
Tengo la suerte de tener amigos católicos, ateos, musulmanes, agnósticos, judíos… Con todos he hablado de religión, de la suya, de la mía, de cualquiera, y soberbia de mi, seguramente haya aprendido yo más de ellos de lo que jamás podría enseñarles.
Lo que sí tengo claro es que todos hemos fomentado el respeto en cada una de esas conversaciones y seguramente eso sea porque hemos tenido la suerte de que ese respeto nos lo hayan enseñado como pilar fundamental para comprender y aprender. Algo imprescindible también para caminar por la vida antes incluso de exigir tantos derechos.
No siempre es así, y esto es evidente, pero sí es lo que menos suena, no pensamos en lo mucho en que nos parecemos todos, nadie nace con malas intenciones y todas y cada una de las personas creen en algo.
Aquí creemos todos, los que no creen también lo hacen, simplemente en su negación, creen en no creer.
¿Quién tiene un problema mayor? ¿Aquel que mantiene un gesto de lastima mientras te da exaltadas razones para no creer en nada o la persona que vive de acuerdo a sus creencias sin atacar tu postura ? Yo no te obligo a entrar en sitios importantes para mi, luego, tú no los quemes.
Debe de ser agotador tener que estar atento para masificar, recrearte, en cada mala noticia relacionada con la religión, rectifico, no lo es, los medios de comunicación lo dan hecho. Una mala noticia religiosa de pronto es lo que protagoniza las redes sociales y convierte a todos y cada uno, de por ejemplo integrantes de mis redes sociales, en líderes de opinión, en temas sobre los que descubro ese mismo día, que deben de ser expertos.
¿Por qué preferimos las malas noticias mientras que los grandes logros que día a día alcanzan las instituciones religiosas y todos aquellos que obran en su nombre pasan casi desapercibidos?
"Defendámonos del terrorismo sin perder la religión"
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