Por Irene Serrano
Bob Dylan, autor del tema que estamos escuchando, dice que “quien no está ocupado en nacer está ocupado en morir” o lo que es lo mismo, aquello que no mejora, empeora, así que lo mejor, es mejorar.
Mis primeros años de vida coincidieron con los últimos años de la dictadura y, a pesar de haber vivido sólo de refilón los rigores de esa época, defiendo la democracia como el mejor de los sistemas políticos. Claro que la democracia es algo vivo, dinámico, y las instituciones, los poderes del Estado, los partidos políticos, los centros de pensamiento deben trabajar siempre, sin descanso, para mejorarla, para dotarla de mayor calidad, siempre avanzando en el proceso democrático. Los ciudadanos también tenemos el deber moral de controlar y exigir a aquéllos y de organizarnos en asociaciones, en partidos políticos, en agrupaciones vecinales. Si las instituciones operan sin fiscalización alguna, entonces no mejoran, y por tanto, empeoran, el sistema entonces fracasa, y con él, el país.
Sobradas razones permiten afirmar que en nuestro país esto es precisamente lo que ha ocurrido:
- Un paro masivo, sobre todo, el juvenil, superior al 50 %.
- La desigualdad creciente entre las clases sociales.
- Una desconfianza cada vez mayor de los ciudadanos en casi todas las instituciones y sumarios de corrupción que se complican para perderse en los juzgados.
- Una deuda pública que va en aumento, a pesar de haber recortado los servicios y el gasto público más allá de lo que la ciudadanía es capaz de soportar. Claro que, estamos asumiendo entre todos, una parte de la deuda privada, en concreto la de las entidades financieras que se dedicaron a la especulación en los años de la burbuja inmobiliaria.
- La corrupción de las élites políticas y financieras, y que nadie lo justifique en que ello es el reflejo de una sociedad corrupta, de ninguna manera. Quienes ostentan el poder en las instituciones tienen la responsabilidad y las herramientas para ejercer el control necesario que elimine cualquier posibilidad de que ésta se produzca. Si no lo hacen es porque no tienen la menor voluntad de hacerla desaparecer.
Y mientras tanto, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos? Organizarnos, organizarnos y de nuevo organizarnos. Exigir, exigir y controlar, hasta el agotamiento. Neutralizar e impedir que surjan nuevos casos de corrupción. Buscar ser el objeto principal de la acción política.
O somos capaces de tomar la iniciativa o llegará pronto un día en que las cosas estén tan mal, que las élites, las instituciones desacreditadas y los partidos políticos mayoritarios pacten una solución y el cambio se produzca como por ensalmo, o lo que es lo mismo, se haga un ‘borrón y cuenta nueva’ algo que sólo resulta inofensivo en los juegos infantiles, pero que en nuestra democracia imperfecta sería lo peor que nos podría llegar a suceder: EREs a cambio de Gürtel, Bárcenas y dejamos lo de Nóos, Emperador por Palma Arena, y vuelta a empezar.
La suciedad no se puede esconder bajo la alfombra en democracia, acaba por salir y además, casi siempre, en el momento más inoportuno.
"Things have changed" Bob Dylan (Tema de la banda sonora de la película Jóvenes Prodigiosos, Óscar mejor canción original en el año 2000).
No hay comentarios :
Publicar un comentario