Por Manuela Movilla
He aceptado la provocación de escribir sobre un tema personal y a la orden del día está mi licenciatura, así que ahí va: a mis amigas.
En los últimos meses no paro de escuchar la pena que implica acabar la carrera, no como tal, eso es un placer, si no como lo que representa. Sensiblerías al respecto que nunca creí oír, no de algunas de vosotras, no ,cuando incluso circula el mote rudita en nuestro lenguaje.
Pues bien, como en sensiblerías yo tengo no la carrera, si no el máster os diré, que ha sido emocionante vivir una etapa en la que sin darnos cuenta y aun llegando a ella creyéndonos ya mayores, hemos crecido; hemos crecido juntas. ¿Quién fue el primero que dijo que los amigos de la universidad son para siempre? No nos cansamos de oírlo, pero que real parece ahora. Estoy convencida de que así es, al menos para mí; las amigas que he hecho en estos años me van a acompañar toda la vida y lo harán como hasta ahora, de la mejor de las maneras. Sí, he tenido mucha suerte.
La mejor de las maneras no es, o no es únicamente, la última copa de agua juntas en cada fiesta a la que hemos asistido, o que nos hemos inventado, que no han estado nada mal, sino también aquellos momentos en que tu mundo se derrumba y hay pocas personas capacitadas para devolverte la ilusión en la primera piedra de la reconstrucción, pocas personas que se han encargado de colocar la base sin que te dieras cuenta para que tu primer paso sea firme. Esas, son ellas.
Tantas conversaciones que han derivado en horas y horas de buenas sensaciones. Gracias, porque a veces llorar y reír van unidos, lo sabéis bien, y cambiar el punto de vista que creías inamovible por un conjunto de perspectivas, ayuda a dar amplitud a tu vida, realidad, y a veces, suponen segundas oportunidades a cualquiera que se cruce en tu camino, y a ti misma y eso, me han contado que es y será fundamental siempre.
No necesito escribir nombres, pero si la palabra gracias. Tampoco puedo escribiros esto sin hacer referencia a otras personas que me han llevado a conoceros:
A mi familia que me ha enseñado y me sigue enseñando a ser. He aprendido que esa palabra será la más importante de mi vida, y mi prioridad, de la mejor de las maneras, el ejemplo.
A los que han estado siempre aquí, personas con la que comparto recuerdos desde el autobús de notas musicales y con las que me quedan muchos mas conciertos por dar.
A todas las personas que han dedicado un trocito de su vida a la mía y que han conseguido que llegue a este punto, en el que empiezo una nueva etapa, con la seguridad de que cuento con personas incondicionales que celebrarán cada paso que siga dando en ella, sea o no acertado.
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