Por Daniel Movilla
Hace ya mucho tiempo, han pasado al menos 20 años, en algún lugar de España, un mal nacido, un monstruo de esos que suele dar a luz de vez en cuando el ser humano, violaba a una joven de 20 años y luego la asesinaba. El asesino fue localizado, y el mismo día de la detención, con la sangre de la victima aun caliente, el juez encargado del asunto fue a recibirle declaración. En las afueras de las dependencias donde se iba a celebrar el interrogatorio, los vecinos del pueblo de la joven violada y asesinada, se concentraban y pedían justicia con mucha irritación, ira incontenida e incluso gritaban la inmediata aplicación de la pena de muerte para ese asesino. Este, sin inmutarse ni un solo instante, declaraba su inocencia una y otra vez, ajeno a las evidentes pruebas que el juez ya tenía en su contra. Ante la insistencia de aquella miseria humana sobre su inocencia, el juez hizo algo inusual en derecho y desde luego muy lejos de las normas procesales que deben de regir los comportamientos de un juez. Le dijo al presunto asesino: "Yo estoy convencido de su culpabilidad, pero no puedo obligarle a confesar, así que voy a dejarle a usted libre en estos mismos instantes, sale usted a la calle y se lo explica también a toda esa gente que está ahí fuera"
El cambio fue inmediato, el asesino confesó con pelos y señales, como, cuando y donde había perpetrado sus horribles actos.
Yo ya sé que jurídicamente esto no tiene un pase y que además el comportamiento del juez, en manos de un buen abogado, podía ser causa de una nulidad absoluta de las actuaciones, pero no he traído este asunto aquí para perdernos en una discusión entre expertos en la materia. Simplemente quiero que ustedes valoren este hecho y lo comparen con las declaraciones judiciales que están teniendo lugar estos días en la Audiencia Nacional, donde tres Secretarios Generales del Partido Popular han negado la existencia de ingresos irregulares en las cuentas del partido. Si hoy le preguntan a los españoles si están seguros que el PP se financio irregularmente estos últimos años, el 98% de ellos, al menos, dirían que con absoluta seguridad. Y el 2% restante seguramente no serian capaces de asegurarlo, pero creerían que es posible. Es tan obvio, tan evidente, tan lógico, que resulta obsceno ver a tres Secretarios Generales negando algo que el juez ya tiene que tener confirmado.
Si yo fuera el Juez, haría algo parecido a lo que hizo aquel Juez de la joven violada y les diría a los tres, uno detrás de otro: "Yo ya estoy convencido de la doble contabilidad del PP y de su financiación irregular. O confiesan ustedes todo lo que realmente saben sobres estos asuntos, o van ustedes directos a la cárcel por obstrucción a la justicia y por faltar a la verdad en sede judicial.
Pero amigos, son malos tiempos para la lírica, que decía Germán Coppini en su canción y no creo que en este país llamado España, existan muchos jueces que sea capaces de llamar a las cosas por su nombre, dejarse de juegos florales y demostrar a los ciudadanos que aun podemos creer en la separación real de poderes. Solo con una actuación contundente en este asunto podemos confiar en que por una vez, los políticos han quitado sus manos del mundo judicial.
Y cada vez peores...
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