Lo ha dicho: Jonathan Swift (1667-1745)

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él"

4 de marzo de 2016

Que no nos hagan comulgar con ruedas de molino

Por Mario Conde


Leo, sin sorpresa alguna dado que conozco a fondo el medio, que el diario "independiente" de la mañana asegura que la declaración de la Infanta Cristina en el caso Noos ante la Audiencia Provincial de Palma es, y cito literalmente, "una nueva prueba de que en España se puede hacer justicia sin limitaciones y despeja los fantasmas a propósito de las injerencias del poder político o institucional sobre el judicial".

Insisto en que de no ser porque uno asume experiencia de muchos años del verdadero funcionamiento de ciertos medios de comunicación — por ser sincero, de casi todos — la perplejidad asomaría a mi mente al leer esa frase.

Vamos a ver. Antes que nada, llevar a la Infanta Cristina al juicio ha sido una verdadera odisea, que nada tiene que ver con el funcionamiento normal en los casos de ciudadanos de a pie. Nunca jamás se ha visto a un Fiscal dedicarse en cuerpo y alma a la defensa de una imputada. Es algo absolutamente insólito, con independencia de que puedan ser aplicados otros adjetivos de sustancia jurídica, y tal vez, incluso, penal, aunque esto sería mas debatible. Ha costado un mundo, cuando en los casos de personas de a pie la imputación y la "sentada" en juicio es casi lo ordinario desde el mismo instante en el que se dirige contra ellas el proceso penal.

Pero cuando se quería sacar a la fuerza la Infanta del proceso, la actitud tanto del Fiscal Horrach como de la abogada del Estado produjeron verdadero sonrojo a quienes no solo conocemos el Derecho, como abogado del Estado, sino, además, el funcionamiento de la Justicia, como sujeto a procesos penales increíbles en los que se me aplicó una condena insólita que hubo de ser cumplida con desprecio real de los cánones del Derecho Penitenciario. En fin, una cosa es que hagan lo que quieran y otra que su comportamiento nos lo quieran vender como manifestación de independencia de la Justicia y ausencia de componentes políticos en su funcionamiento.

Insisto: la inmensa mayoría de los jueces no sufren presiones del poder político y actúan con independencia. Lo mismo sucede con los fiscales. Pero es que ese no es el asunto. Es muy fácil ser independiente cuando se trata de una reclamación de arrendamientos rústicos o urbanos, un pleito de lindes o cualquier otra cuestión problemática del ordinario vivir. Lo verdaderamente difícil es ser independiente cuando el poder político anda por en medio, esto es, cuando las sentencias, los autos, las providencias que se dicen en un determinado asunto tienen consecuencias de índole política, positivas o negativas. En esos instantes es cuando el poder, acostumbrado a domesticar a la Justicia en su beneficio, presiona con todas sus fuerzas, y es evidente de toda evidencia que no todos los órganos judiciales y no todos sus integrantes son capaces de resistir esas presiones. Los argumentos para convencer que pueden manejarse desde el poder son tan variados y poderosos que su capacidad de doblegar voluntades — si es que necesitan ser doblegadas — es de altísimo rendimiento.

No es cuestión ahora de enumerar casos y sentencias, que las hay. Simplemente una que recordé el otro día en un programa de El Gato al agua. A mí personalmente me espiaron desde el poder socialista, concretamente por Narcis Serra, utilizando fondos reservados del Cesid, que se trasladaron a Suiza a través de Julián Sancristóbal para pagar a una empresa americana con esa finalidad de espionaje. Pues bien, el magistrado de "izquierdas" Martin Pallín, creo recordar, dictó un Auto del que debe sentirse orgulloso, en el que sostuvo que espiar con ese método a una persona privada que no ejerce funciones públicas no es delito en nuestro Ordenamiento.

Insisto en que podría seguir, pero no es necesario.

Ha costado mucho que la Infanta se sentara en el banquillo. Y han cometido en defensa de su exclusión del proceso errores garrafales. La actitud del Fiscal y de la abogada del Estado ha tenido una consecuencia clara en la opinión pública: considerar a la Infanta culpable. Es un exceso, no cabe la menor duda, porque es injusta esa conclusión, por el principio de presunción de inocencia, pero es debida a los absurdos y posiblemente ilegales esfuerzos por evitar su sentada en el banquillo como cualquier persona normal.

Por tanto, que no nos hagan comulgar con ruedas de molino. Lo que demuestra el caso Noos es lo difícil que resulta que a determinadas personas se las trate como si fueran normales. Demuestra hasta donde puede llegar un Fiscal… Demuestra la honradez y la categoría jurídica — al menos hasta este momento — de tres personas componentes de la Audiencia Provincial de Palma. También demuestra otras cosas de las que mejor no hablamos de momento. Pero decir que eso demuestra que nuestro sistema judicial no está politizado, es tan absurdo y tan penoso para un medio de comunicación como el propio comportamiento del Fiscal defensor de la Infanta.

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