Por su interés, reproducimos íntegramente el artículo de Mario Conde publicado hoy en las columnas de opinión del diario La Gaceta
Me sentiría interiormente mucho mas reconfortado si pudiera concluir con sinceridad que todo queda en una simple anécdota o una prueba más de la frivolidad que inunda la arena política y muchos sectores de nuestra sociedad. Pero desgraciadamente no pienso así, o algo no me deja concluir de semejante manera en torno al asunto del llamado pequeño Nicolás, que, aunque parezca mentira, ha merecido hasta editoriales de ciertos medios escritos que se autoconsideran paradigmas de la seriedad informativa.
Algunas semanas atrás, una persona de solvencia moral reconocida y que maneja información de calidad, me relataba atónito que el Gobierno quería negociar con Pujol. Pero este intento negociador no era el motivo de su estado de ánimo sino que desde Vicepresidencia del Gobierno se había encargado de semejante misión a un niño de veinte años, sin que se supieran los atributos del individuo para ejecutar tan delicada misión. La idea - me decía mi informador - era acudir a Barcelona, entrevistarse con la familia Pujol, y ofrecerle a cambio de parar la seudoconsulta del 9 N, una suerte de inmunidad o de trato favorable en los problemas penales que les acechan. Para garantía de anonimato, el chico en cuestión viajaría en coche y dormiría en casa de un conocido ex-empresario catalán, que en tiempos tuvo magníficas relaciones con los Pujol - fue elogiado en público por el Presidente de la Generalitat de entonces - y al que se le atribuye, además de un actual odio africano una suerte de caudal informativo comprometedor para la familia que en tiempos fue su mejor aliada. Me quedé asombrado, lo admito, pero no le di mas vueltas, porque tenía otras cosas en las que pensar. Quizás algún flash del tipo "esta gente esta mal de la cabeza" o algo parecido, pero, como digo, me concentré en mis asuntos, una vez que mi experiencia me enseña que en este modo de ejercer el poder y de hacer política que sufrimos desde hace años cualquier cosa, incluso la que me relataban, es posible, e incluso probable.
Poco después estalló el escándalo precedido por una superabundancia de documentos gráficos en los que un tal Nicolas aparecía con personajes conocidos del mundo empresarial y político nacional, sin que, insisto, se supiera bien las razones, motivos o fundamentos de semejantes relaciones. Ya se que una fotografía con un político hoy en día es algo corriente y cualquiera puede obtenerla. Pero hay cosas que no son tan fáciles, o no deberían, como, por ejemplo, el saludo al nuevo Rey que se evidencia gráficamente, con un gesto en la mirada que me parece elocuente. ¿Cómo y por qué es llamado a esa recepción de Palacio?¿Es verdad que una imagen vale mas que mil palabras?
Como la cosa se complicaba el joven Nicolás es detenido acusado de una serie de delitos. Y para continuar con el culebrón aparece en espacios televisivos de alcance nacional y consigue cifras increíbles de audiencia. Uno se pregunta ¿qué sucede para que la sociedad española consuma semejante espectáculo? Pues que estamos tan desencantados que nos creemos cualquier cosa que afecte a la clase política, y si encima tiene componentes morbosos - como es el caso - pues mucho mejor.
Lo preocupante comienza cuando el joven en cuestión revela cosas que afectan a la esencia misma del Estado de Derecho. Por ejemplo, que recibe el encargo de la Casa Real de negociar con Manos Limpias la retirada de su acusación contra la Infanta Cristina para evitar su presencia y condena en juicio oral. Por ejemplo, que recibe el encargo de obtener informaciones comprometidas para Esquerra Republicana de Cataluña con el fin de desestabilizarla y de ese modo atajar la solución del problema secesionista. Lo curioso es que el relato del asunto Pujol efectuado por ese tal Nicolás coincide literalmente con el que me hizo mi interlocutor mucho antes de que nada de esto viera la luz. Y parece que al menos en la entrevista con Pujol y la estancia en casa del empresario hay pruebas de veracidad. Seamos serios: estamos hablando de la soberanía nacional, de la unidad de España, de la Casa Real, de la prostitucion de la Justicia...en fin, asuntos de alto voltaje
Pensemos. No tiene el menor sentido la historia. No podemos haber caído tan bajo. Es verdad que las cloacas del poder están siempre repletas, pero se supone que los servicios secretos, la Casa Real y la Vicepresidencia del Gobierno no ceden a cotas de semejante frivolidad. Que alguien presiona a Pujol, me parece obvio. Que alguien intenta parar la imputación de la Infanta, me resulta evidente, y basta con ver el tremendo espectáculo ofrecido por el Fiscal Horrach para darse cuenta de hasta dónde pueden llegar esos deseos. Que les encantaría encontrar soto voce una solución al secesionismo catalán, es obvio de toda obviedad. Pero que de semejantes cometidos se encargue a un niño de 20 años, es harina de costal muy diferente. Y que para ello se prostituya el Estado de semejante manera, es de no recibo.
Lo malo, lo peor, es que según me cuentan los que lo vieron, el tal Nicolás ofreció unas entrevistas en la que se comportó con solidez y, guste o no, dio apariencia de credibilidad. Lo malo, lo peor, es que mucha gente del pueblo llano le resulta creíble su relato. Lo malo, lo peor es que estamos tan mal que esas barbaridades son recibidas como probablemente ciertas. Y lo peor de lo peor consiste en desmentidos oficiales, nada menos que oficiales, desde Vicepresidencia del Gobierno, CNI y Casa Real. ¿Desde cuándo esos altos organismos se ocupan de desmentir oficialmente a una fabulador de veinte años? No me vale con que me digan que cuenta medias verdades, porque en ese caso les exijo que me digan cual es la mitad verdadera y con ella ya me encargaré yo de reconstruir el resto.
No puede ser que un Estado serio encuadrado en la Unión Europea sufra un bochorno de este alcance. Los extranjeros que nos contemplen dirán que eso de la pandereta se queda corto para explicar nuestra realidad nacional. Esto no puede quedar asi. Es necesario llegar al fondo del asunto aunque sólo sea para recuperar algo de confianza en nosotros mismos, para pensar que además de todas las carencia que tenemos, encima nuestro Estado y sus dirigentes no son un dechado de profunda estupidez e inigualable frivolidad. Y hay que hacerlo porque, guste o disguste, hay algunas evidencias comprometedoras, o cuando menos merecedoras de sospecha. Después de un desmentido oficial tiene que existir una reacción oficial. Y si es un farsante, estafador, suplantador de funciones públicas, debe actuar la Justicia y dejar el asunto claro y a nuestras conciencia de españoles tranquilas.
Claro que hemos llegado a un punto en el que nadie cree en la objetividad e imparcialidad de la Justicia. Por eso la calle opina que a ese chico lo van a encarcelar para que no siga contando cosas, y me dicen ¿recuerdas a Bárcenas? Pues si. Lo recuerdo. Si claro....Por eso digo que lo malo, lo peor, es que hemos llegado a un punto en que nos creemos cualquier cosa. Bueno, no, lo peor es que encima esas atrocidades que nos creemos puedan ser total o parcialmente verdad. No se puede vivir asi. Una cosa es la mediocridad y la corrupción. Pero encima la frivolidad ya es demasiado. Urge aclararlo
Claro que hemos llegado a un punto en el que nadie cree en la objetividad e imparcialidad de la Justicia. Por eso la calle opina que a ese chico lo van a encarcelar para que no siga contando cosas, y me dicen ¿recuerdas a Bárcenas? Pues si. Lo recuerdo. Si claro....Por eso digo que lo malo, lo peor, es que hemos llegado a un punto en que nos creemos cualquier cosa. Bueno, no, lo peor es que encima esas atrocidades que nos creemos puedan ser total o parcialmente verdad. No se puede vivir asi. Una cosa es la mediocridad y la corrupción. Pero encima la frivolidad ya es demasiado. Urge aclararlo
No hay comentarios :
Publicar un comentario