Por Irene Serrano
Hace cien años tuvo comienzo la Gran Guerra. Más de nueve millones de personas perdieron la vida tratando de defender unas ideas en las cuales hoy parece que nadie cree. Veinticinco años después se repitió la barbarie, y hechos abominables e incomprensibles como Auschwitz o Hiroshima se produjeron sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo.
Entre sus causas, si podemos llamarlas así, estarían el alza de los nacionalismos, una debilidad creciente de los estados democráticos, el sentimiento de humillación de algunos países, las crisis económicas de la década de los 30 y el auge del fascismo.
Las mentes más absurdas y autoritarias triunfaron frente a la razón, la tolerancia y la justicia. ¿Por qué sucedió algo así? Quizá, como dicen los versos de Yeats:
"Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad"
Uno de los mejores, como siempre un gran desconocido, descansa en el Panteón de los Héroes en la "ciudad de la luz": Auguste Marie Joseph Jean Leon Jaurès, un humanista, diputado socialista y pacifista francés que fue asesinado el 31 de julio de 1914 en el Café du Croissant de París por un ultranacionalista fanático que veía en la figura del fundador de L’Humanité a un "traidor".
El mayor pecado que cometió fue combatir con razones, a través de la palabra y la escritura, la injusticia de los estados y, posteriormente, el peligro de la guerra europea que acechaba; tratando sin éxito de evitar la horrible pesadilla que amenazaba al viejo continente.
Pacifista apasionado, humanista y filósofo, dejó sin redactar el que hubiera sido su mejor artículo, uno antibelicista con el que pretendía convencer a la opinión pública previniéndole sobre los horrores de una guerra estúpida y absurda, como lo son todas… Le asesinaron antes que a ningún combatiente en esa contienda, hoy hace cien años. ¡Descanse en paz! Ha llegado a ser uno de los personajes más respetados en Francia.
Mientras tanto, escuchamos "These are the days", canción del músico norirlandés Van Morrison publicada en 1989 cuyos versos nos hacen apreciar más la vida en el momento presente.
These are the days of the endless summerThese are the days, the time is now
These is no past, there’s only futureThere’s only here, there’s only now…
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