Soñé que estaba en un lugar desconocido, inhóspito. Rodeada de personas - unas extrañas y otras reconocibles, pero no cercanas - de quienes yo me ocupaba apenas sin tiempo para todos.
Era un espacio lleno de presión y desazón, agobiante, poco grato, irritante.
Y hasta allí llegas tú... Consigues encontrarme a pesar de estar en ningún sitio. Llegas con cansancio por el esfuerzo, con tristeza, con hielo en el corazón y frío en la mirada y la piel.
Me encuentras para decirme "adiós", dejándome allí en plena desolación, en tierra de nadie.
Este sueño me mantuvo ayer triste e inquieta. Hoy, ha vuelto a repetirse...
Te lo cuento temblando todavía y un escueto "yo no te digo adiós" chirría en mis oídos como si fueran las misma puertas del infierno cerrándose detrás de mí.
Te lo cuento temblando todavía y un escueto "yo no te digo adiós" chirría en mis oídos como si fueran las misma puertas del infierno cerrándose detrás de mí.
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